Cuando lo comparan con Orson Welles, Xavier Dolan (Montreal, 1989) niega con la cabeza. Y con una sonrisa insolente, dice: "El era un flojo". Salvando las distancias, el paralelo se da por la precocidad de ambos. Si a los 26 años Welles había escrito, dirigido, producido y actuado en Ciudadano Kane, a la misma edad Dolan ha filmado cinco películas a cargo de las mismas tareas, junto con las de edición y diseño de vestuario. El realizador, que partió como actor de comerciales a los 4 años, conoce la industria y -como Welles- persigue el control creativo de sus filmes.
Salvo Tom à la ferme (Tom en la granja, 2013), que tuvo su premier en Venecia, Dolan ha estrenado todos sus filmes en Cannes, siempre llevándose un galardón. El último, Mommy, que se puede ver en cines chilenos, logró el Premio del Jurado. Hoy, Dolan es parte de la comisión que entregará la Palma de Oro 2015.
En Mommy, el director quiso recrear la cultura de los suburbios de Quebec en los que creció, ubicándola en una Canadá ficticia donde por ley los padres pueden dejar a sus hijos a cargo del Estado si se creen incapaces de criarlos. Es ésta la salida que le presentan a la viuda Diane Després (Anne Dorval), cuando su hijo Steve (Antoine-Olivier Pinon) es expulsado de un centro de detención para menores por causar un incendio que dejó a otro chico con graves quemaduras. Pero ella decide llevarse de vuelta a casa a su hijo, un chico desequilibrado y violento.
Para la crítica, Mommy compite con su debut, Yo maté a mi madre (2009), como su trabajo más logrado. Ambos filmes tratan la compleja relación entre un adolescente y su madre. Sin embargo, su ópera prima -escrita a los 16 y filmada alos 20 años- es más autobiográfica y menos benevolente con la figura materna.
El asesinato en Yo maté a mi madre es el mismo que comete un joven Jean-Pierre Léaud en Los 400 Golpes (1959): apenas una mentira que lo excusa ante un profesor. Pero a diferencia de la cinta de Truffaut, la rebeldía del protagonista de Dolan (interpretado por él mismo) alcanza una violencia que podría escalar hacia la fatalidad. El filme recibió tres premios y una ovación de ocho minutos en Cannes.
Su segunda cinta, Los amores imaginarios (2010), es un ejercicio de estilo donde dos amigos (Dolan y Monia Chokri) se obsesionan con un chico recién llegado. Acá, de nuevo se puede leer a Truffaut: si en Jules y Jim (1962) dos amigos se enamoran de una mujer cuya sonrisa evoca la de una estatua de una isla del Adriático, el objeto de deseo de Los amores... es comparado con el David de Miguel Angel. El director niega esta influencia, pero -mediante un cameo de Louis Garrel- cita a Los soñadores (2003), el filme de Bertolucci que cuenta la historia de otro triángulo amoroso en el París del 68. Por primera vez sólo tras cámaras, Laurence anyways (2012) retrata la transición de un adolescente transgénero con la misma naturalidad con que aborda la homosexualidad en sus cintas anteriores. "No hago películas gay y no soy un director gay", dijo hace unos años, "así como Un hombre serio no es un filme judío y Romeo y Julieta no es una película hetero".
La orientación sexual también es secundaria en Tom à la ferme (2013), un thriller en torno a la suerte de síndrome de Estocolmo que desarrolla el protagonista con su cuñado. Tom (Dolan) llega al funeral de su novio para descubrir que su suegra cree que el muchacho estaba emparejado con una mujer. Su cuñado pretende que aquello se mantenga así, y ocupará la violencia para lograrlo.
Al igual que con Tom à la ferme, el realizador usa en Mommy las dimensiones de la pantalla como herramienta narrativa, esta vez de forma drástica: utiliza una proporción de imagen de 1:1 que resulta claustrofóbica. Dolan ya trabaja en dos películas más: It's only the end of the world, con Marion Cotillard, y The death and life of John F. Donovan, con Jessica Chastain. Si no es Mommy, acaso una de ellas se transforme en su Ciudadano Kane. El tiempo dirá.