El Presidente chino, Xi Jinping, y el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, dejaron de lado sus diferencias y se comprometieron ayer en Beijing a trabajar juntos para estrechar lazos entre ambos países, tras una nueva provocación de Corea del Norte.

Xi se entrevistó con el jefe de la diplomacia estadounidense horas después del anuncio de que Corea del Norte había realizado la prueba de un nuevo motor de cohete, que según los analistas podría ser usado como un misil intercontinental. Según el diario The New York Times, la prueba -aparentemente programada para la visita de Tillerson a Beijing- fue otra señal de que Pyongyang está expandiendo su potencial en materia de misiles.

El periódico señaló, además, que en el encuentro -considerado el de más alto nivel entre los países desde que Trump llegó a la Casa Blanca- ambas partes no mencionaron otros temas polémicos, como las posibles medidas comerciales punitivas en contra de China y la molestia de Washington sobre las acciones de Bejing en el Mar del Sur de China.

Xi agradeció a Tillerson por una transición tranquila hacia la administración de Trump y expresó su apreciación por el sentimiento de que la "relación de China y Estados Unidos puede sólo ser definida por la cooperación y la amistad.

Xi mencionó, además, su conversación telefónica del mes pasado con Trump, en la que éste último se comprometió a no mantener relaciones oficiales con el gobierno taiwanés, al contrario de lo que había dejado entender tras ser elegido el 8 de noviembre. "Tanto él como yo pensamos que debemos hacer esfuerzos conjuntos para hacer progresar la cooperación sino-estadounidense", declaró Xi Jinping.

"Pensamos que podemos actuar para que la relación (bilateral) avance de manera constructiva en la nueva era. Confío en que, mientras hagamos eso, nuestra relación pueda avanzar en la buena dirección", añadió.

Antes de Beijing, Tillerson estuvo en Tokio y en Seúl, donde insistió que Estados Unidos no proseguiría su política de "paciencia estratégica" ante Pyongyang, y añadió que la opción militar estaba "sobre la mesa" frente a las amenazas de Corea del Norte.

China, único aliado de Corea del Norte, pide en cambio diálogo con el régimen comunista norcoreano.

Según la agencia France Presse, la relación entre Beijing y Washington se ha tensado recientemente por el despliegue por parte de Estados Unidos de un escudo antimisiles en Corea del Sur, que China considera como una amenaza a su propia soberanía.

China estuvo en el punto de mira de Trump durante su campaña electoral, pues este último acusó a Beijing de haber "robado" millones de empleos a Estados Unidos. Amenazó con imponer derechos de aduana a las importaciones de productos chinos. Sin embargo, Tillerson adoptó en Beijing un tono mucho más conciliador.

"Sabemos que, a través del diálogo, llegaremos a una mejor comprensión que conducirá a un refuerzo de los lazos entre China y Estados Unidos y marcará el tono de nuestra futura relación de cooperación", declaró Tillerson a su anfitrión, que acababa de recibirle en el Palacio del Pueblo, en la plaza de Tiananmen.