Histórico

Yayo: las vidas del último hit de la cartelera

El cómico argentino y suceso de YouTube se presentó en Chile el jueves, en el mayor show de su vida. Aquí, cuenta cómo pasó de ser un economista reputado a un éxito del humor

Sentado en el sofá de uno de los camarines del Teatro Caupolicán, el economista José Carlos Guridi, licenciado de la Universidad Nacional de Córdoba, ex asesor financiero de la gobernación de la misma ciudad y ex evaluador de proyectos de inversión que microempresarios locales presentaban al Banco Mundial, desglosa el fin del “cepo” cambiario y de la restricción a la compra de dólares anunciada esta semana por el nuevo gobierno argentino: “Es una medida que había que sincerarla, porque se estaba apretando cada vez más el circuito, era un modelo que no tenía salida en sí mismo. Si se apuró o no, es algo que el tiempo va a decir. Igual no ha variado mucho el valor en que se están haciendo las transacciones. Hay que ver en la práctica cómo funciona Macri, porque Cristina tenía cuestiones políticas que me gustaban mucho, pero en lo económico era insostenible”.

¿Qué medios lee para formarse su opinión en torno a la contingencia económica? 

Sigo por Twitter a varios financistas importantes y leo los periódicos Ambito Financiero y El Cronista Comercial.

Una hora antes fuera de ese mismo backstage, en el escenario central del teatro, el comediante conocido como Yayo despliega una rutina donde abundan los hits popularizados desde la TV y hoy reconvertidos en virales, los versos y las metáforas no aptos para amantes de la diplomacia y el buen gusto, y las historias de vida íntima donde el concepto de procacidad se hace estrecho, con el protagonista recalcando que igual “esto es pura poesía”, para después agregar que “es como Sabina con Serrat, pero ambos aspirando cocaína con kerosene y fundida en nitrato de sodio” o “son letras trabajadas con Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, pero después que se fumaron toda la barba de Fidel”, entre muchísimas otras frases que no aguantarían las páginas de un diario decoroso y mesurado.

Eso sí, ambos son la misma persona. El economista José Carlos Guridi se convirtió en Yayo un día  de los 90 en que el célebre estelar Videomatch, de Marcelo Tinelli, lo mostró como el cantante de una banda humorística bautizada como El cuarteto obrero, en que interpretaba temas como Esta es para vos o Vení, vení en programas ficticios montados como cámaras ocultas, donde una conductora real y engañada -una modelo o una actriz- terminaba horrorizada ante melodías amorosas que con los minutos remataban en groseras dedicatorias.

Sólo un par de años antes, el profesional había sido despedido de la gobernación cordobesa, cesantía que lo llevó a formar un grupo cómico con el que postuló a un casting de Videomatch, donde fue fichado para encarnar personajes de menor protagonismo, pero que con el tiempo escalaron como un suceso. De ese modo, Yayo se alzó en la última década como una de las figuras más populares del humor en Argentina, comparado con referentes como Alberto Olmedo (el fallecido compañero de Jorge Porcel), y que mereció perfiles en medios como Rolling Stone o Los Inrockuptibles.

Además, saltó a otro espacio televisivo, Sin codificar, donde brilló su cara menos deslenguada en personajes hinchados de furor y clics en YouTube, como el conjunto Los Puntos Cardenales y su ya clásica Cumbia Papal; o El cantante enmascarado, ese justiciero dispuesto a desnudar lo ridículo que suenan los éxitos del pop anglo traducidos al español, como Tómalo por mí (Take on me) de a-Ha o No toque eso (U can’t touch this) de MC Hammer. O esa saga llena de ingenio que incluye la cumbia filosófica, la cumbia geográfica o la cumbia matemática, y donde, caracterizado como un cantante de cumbia villera y a puro sabor tropical, canta: “Es para vos/Arquímides careta/ que usabas letras griegas/ como gama, alfa y beta/ Siempre tené a mano/ los ejes cartesianos/ un número complejo/ se encuentra en el plano”.

“Nunca nos detuvimos a pensar por qué le fue bien a todo esto, porque sinceramente no hacemos nada para que esto siga vivo: ninguno de nosotros jamás subió un solo video en YouTube y ya hay algunos que tienen 25 millones de visitas. Nunca hemos hecho ni promoción, ni discos de difusión, ni movidas de prensa, ni nada, y después vas y te encuentras con esto, que es bastante inédito”, subraya el argentino cuando recuerda que sólo minutos antes en el recinto de calle San  Diego, la noche del jueves 17, acaba de ofrecer la mayor presentación de su vida.

Poco más de 4 mil personas -hombres en aplastante mayoría- rendidos a una rutina de 90 minutos que fusiona sus grandes éxitos, un bloque infantil donde se disfraza de un payaso de dudoso candor y chistes disparados a velocidad de tobogán, los que, más allá de su vulgaridad, destacan por un uso del lenguaje sorprendentemente holgado.

“Aún me gusta la matemática y la ciencia económica y he aplicado esos conocimientos para montar mi humor. Toda la complejidad de las operaciones inherentes a la economía lo hemos tomado para las rutinas, porque todas las hago yo. Además, al ambiente universitario en Córdoba es muy atractivo, entonces en un asado, en vez de hablar de fútbol, de pronto con  mis amigos nos encontramos hablando de literatura, porque te encuentras con gente que estudió música, filosofía o periodismo”, describe el cómico.

Por lo mismo, no extraña ese destino que finalmente no fue y que hoy lo podría haber tenido acordando líneas de crédito con el Banco Mundial en vez de contar chistecillos como los de esta semana en  Santiago: por ejemplo, aquel que habla de un padre que sorprende a su hijo intentando sobrepasarse con su abuela. Entonces el padre lo reta indignado: “Pero hijo, ¿cómo es posible que quieras hacer algo así con mi madre?”. El hijo contraataca: “Bueno, fue lo mismo que tú hiciste con la mía”.

Yayo se pone serio: “Yo esto es lo que disfruto, el cariño de la gente, porque es un humor que sencillamente identifica a muchos y trato que tenga cierta elaboración. Tampoco vivo pensando en lo que pudo haber sido. Si trabajara como economista en el sector público, el cariño me lo devolverían por la jeta. Por momentos como este, a veces pienso: ‘Mirá lo que me hubiera perdido si hubiese ejercido mi carrera’. Como funcionario no habría podido gozar esto, un Ministro de Economía no se podría parar acá”.

Y si un economista, como alguna vez lo fue José Carlos Guridi,  preguntara públicamente “¿puedo ser un poco zarpado?” -como lo hizo el humorista en la parte final de su espectáculo- es probable que cualquiera se pondría un poco nervioso. Pero como hoy lo hace el propio Yayo ya nadie duda de que se trata de la ironía pura del personaje que escogió como su identidad definitiva.

Más sobre:portada

No sigas informándote a medias 🔍

Accede al análisis y contexto que marca la diferenciaNUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mes SUSCRÍBETE

VIDEOS

Servicios