Un youtuber ruso sobrevive 24 horas enterrado en un ataúd
Quería poner a prueba su aguante físico y psicológico. Todo fue transmitido en YouTube y Facebook.
Un youtuber ruso de nombre Gabar salió hoy a la superficie tras pasar 24 horas bajo tierra en un ataúd de madera, encierro voluntario que pudo ser seguido en vivo por Youtube.
"¡Estoy bien!", gritó el joven ruso cuando sus compañeros retiraban con la ayuda de palas los últimos trozos de tierra que cubrían el ataúd, labor que se vio dificultada por la nieve y el intenso frío reinante.
Nada más salir, Gabar reconoció que, aparte de un pequeño dolor de cabeza, se encuentra perfectamente, aunque confesó que tras cumplir las doce horas el encierro se le hizo cuesta arriba en el plano psicológico.
Tras ser vitoreado por los presentes y abrazado efusivamente por su madre, que le esperaba al borde del hoyo de un metro de profundidad, se tomó un vaso de coñac para celebrar la hazaña.
"Esto no se puede comparar con nada que he hecho antes. De nuevo, insisto en que no se debe repetir este experimento, sea con preparación o sin ella", comentó.
Gabar dijo que los respiraderos funcionaron perfectamente, aunque durante la noche, pese a que la caja estaba acondicionada y metalizada en su interior, sintió frío.
El bloguero, que quería poner a prueba su aguante físico y psicológico, apareció en la retransmisión en directo en el ataúd ataviado con un anorak, un jersey de cuello largo y un gorro, y con un teléfono móvil en la mano.
Por lo que se pudo ver en la grabación en directo, que sólo pudo ser vista por usuarios mayores de 18 años, el bloguero departió todo el rato de manera animada con sus seguidores y no dio nunca señales de ahogo o nerviosismo.
Consciente del peligro que corría, Gabar asumió totalmente la responsabilidad de sus actos.
Durante las 24 horas de enterramiento, además de comunicarse con otros bloqueros y usuarios de la red, conversó con periodistas, médicos y psicólogos.
El bloguero cavó el mismo el hoyo y fabricó con ayuda de sus amigos el ataúd con tablas de madera que compró un almacén de muebles.
"Los ataúdes habituales no me servían, ya que no están fabricados para respirar dentro", explicó Gabar antes de confeccionar la caja de dos metros de largo y sesenta centímetros de ancho
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