Zaid Ali, influyente analista político: "Si reeligen al premier iraquí, el país entrará en un período muy oscuro"

El experto sostiene que la centralización del poder en las manos de Al Maliki ha sido evidente en su último mandato.




Autor del reciente libro The Struggle for the Iraq's future, Zaid Ali es uno de los analistas políticos iraquíes más influyentes. Especializado en Derecho Constitucional, Ali siguió de cerca el proceso de redacción de la Carta Magna de Irak y ha hecho lo propio en Túnez, Egipto y Yemen. La Tercera conversó con él sobre las elecciones legislativas que tienen lugar en Irak hoy, más de una década después de la invasión de EE.UU.

¿Cuáles son las expectativas para estas elecciones?

Creo que la alianza del actual primer ministro Nuri Al Maliki sufrirá un retroceso electoral en los comicios, pues la popularidad del mandatario se ha deteriorado sensiblemente. Más allá de su partido, ningún movimiento quiere su reelección para un tercer mandato. Incluso, los más respetados clérigos chiitas, que siempre habían mantenido una estricta neutralidad antes de las elecciones, han llamado a los fieles a no votar por él. El nuevo Parlamento será muy fragmentado y si la alianza de Al Maliki no sufre una pérdida de peso importante, aún podría intentar sumar una nueva coalición sobre la base de comprar voluntades con sus enormes recursos

¿Por qué Al Maliki es tan criticado?

Su gobierno es muy corrupto e ineficiente. Además, con la finalidad de mantenerse en el poder ha echado leña al fuego de los recelos sectarios, provocando una escalada de la insurgencia sunita en algunas provincias. Muchos actores políticos, incluso antiguos aliados suyos, temen que, si es reelegido, se va a convertir en un dictador. En su último mandato, la centralización del poder en sus manos ha sido evidente.

¿Pueden las elecciones ayudar a reducir la violencia asociada a la insurgencia sunita?

Solo si Al Maliki es desalojado del poder. Si no, el país entrará en un período muy oscuro. Un cambio de primer ministro ofrecería una oportunidad a las negociaciones. No todo el mundo que está en los grupos rebeldes sunitas está motivado por su odio a los chiitas, sino porque se sienten maltratados por el gobierno. Una victoria de Al Maliki extendería la idea de que la democracia no sirve para nada.

¿Cuáles son los principales problemas de la sociedad iraquí?

Para empezar, la inseguridad y la violencia. Pero hay otros muy graves, como el desempleo juvenil. Cada año, miles de jóvenes se incorporan al mercado laboral sin expectativas de conseguir trabajo. A pesar de que Irak es un país rico gracias al petróleo, su población no tiene un alto nivel de vida. Y la razón es la ineficacia de la clase política y la corrupción. En Irak hay que pagar sobornos para todo, incluso para tener la opción de conseguir un trabajo. Y los servicios públicos son deficientes.

¿Hasta qué punto los problemas actuales son herencia de EE.UU.?

Ellos tienen buena parte de la responsabilidad, ya que lideraron un proceso de transición institucional que fue un desastre. Pese a que EE.UU. tiene unas buenas instituciones políticas, las que crearon para Irak son muy deficientes, lo que ha creado todo tipo de incentivos negativos para una clase política que vivió la mayor parte de su vida en el exilio y que sabe más de intrigas políticas que de gestionar un presupuesto político.

¿Qué papel juegan las potencias extranjeras en el tablero iraquí?

Obviamente son influyentes, pero no creo que sean determinantes para decidir quién será el próximo premier. Los diversos países con intereses en el país ayudan a financiar los partidos políticos. Por ejemplo, Irán ha puesto sus huevos en varios cestos, lo que no está claro es por cuál apostará después de los comicios.

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