Tal como en los 80, cuando la histeria se colaba hasta por los ductos de ventilación de las habitaciones, o en los 90, cuando dominaban el continente con una obra tan maciza como exitosa, Zeta Bosio y Charly Alberti están nuevamente en un hotel de Santiago hablando de Soda Stereo. Pero el mundo ya no es el mismo. El tercer vértice que completaba aquella vida, Gustavo Cerati, falleció hace dos años tras una dramática agonía; el conjunto hace mucho que no existe, luego de colgar para siempre las guitarras después de ese efímero retorno de 2007; y, por consecuencia, el presente los exhibe como héroes atados a la nostalgia, la encarnación más añorada de los días de gloria del rock latino.
Por eso, Bosio y Alberti hoy siguen mirando de cerca a Soda Stereo, pero con otro telón de fondo: el del Cirque du Soleil, la compañía canadiense que a partir del próximo año montará el espectáculo Séptimo día, no descansaré, con las canciones de la agrupación y que ayer anunció las coordenadas de su desembarco en Chile.
"Esto es otra cosa más que nos sorprende de la música de Soda, el hecho que toda la vida nos ha llevado a lugares increíbles. Siempre en nuestros conciertos tratamos de brindar un producto que fuese una experiencia para la gente, que pudiesen quedarse con algún recuerdo especial, por lo que este proyecto va en la misma línea", completa Bosio en torno al show que debutará el 9 de marzo en el Luna Park bonaerense.
Pero si el mundo ya no es el mismo, los números tampoco. Desde ese 4 de septiembre de 2014 que vio partir a Cerati, el destino de Soda Stereo sólo se reduce a dos integrantes, hoy encargados de presentar y administrar su patrimonio artístico. En ese escenario, el bajista y el baterista oficiaron como productores musicales de Séptimo…, sugiriendo las canciones que musicalizarán las coreografías, digitalizando todo lo que sonará en escena, y cortando y pegando los tracks que construirán el relato audiovisual.
"En lo que respecta a ese trabajo en estudio, todo fue muy importante en lo emocional y en lo musical. Uno de los temas cruciales fue encontrarnos nosotros dos, comprender la situación de que hoy somos dos y que ese es el camino que hay que seguir. Tuvimos que aprender a trabajar de esa manera. O sea, lo que en algún momento fue tristeza, después se convirtió en energía. Porque realmente eso nos pasaba cuando escuchábamos la voz de Gustavo. Nos cargaba de felicidad y de algo positivo", describe Alberti.
¿Cómo fue aprender a trabajar de a dos, algo inédito en la historia de ustedes como músicos?
Charly Alberti: Fue positivo, porque Soda siempre fue una banda que trabajó en equipo. La gente a veces cree que no, pero lo realmente fantástico era que siempre fuimos un grupo, con los tres metidos en todo, en la composición, grabación, etc. Obviamente si hoy hubiera estado Gustavo habría sido mil veces mejor, porque era el equipo completo. Pero siento que las decisiones que tomamos esta vez estuvieron a la altura, fueron las mismas que habríamos tomado con Cerati.
Zeta Bosio: Era una instancia completamente nueva, a la que tuvimos que adaptarnos, pero terminó siendo algo espectacular. Por lo demás, también era algo distinto desde otro punto de vista: ya no era sólo mezclar una canción, sino que había que acomodarla a un cuadro coreográfico, cortarla o buscar pasajes musicales que tuvieran una duración precisa. Fue todo un desafío.
¿Sintieron en algún momento la presencia de Cerati, en el hecho de decir "quizás esto le hubiera gustado a Gustavo"?
ZB: Siempre sentimos su presencia. Esta vez, el trabajo lo experimentamos como si hubiésemos estado los tres. De hecho, su hijo Benito vino una vez a escuchar los resultados, porque nos gusta integrar a su familia y que vayan estando al tanto de lo que hacemos.
¿Cómo eligieron las canciones que aparecerán en el show?
CA: Primero, el espectáculo no es la historia de Soda. Son más bien cosas inspiradas en lo que el equipo creativo de Cirque du Soleil comprendió que es nuestra historia, pero puestas en forma random. Eso creó situaciones únicas.
ZB: La elección fue más bien desde lo emocional. Nosotros seleccionamos algunos temas, el equipo de la compañía otros y al final teníamos un 90% de coincidencia. Siempre nos fue difícil escoger las canciones. En un principio porque teníamos pocas y al final porque ya eran demasiadas. Pero esta vez no pensamos en un setlist a modo de un concierto, sino que en algo diferente, porque la música toma otro valor con todo lo que va pasando en el escenario.
CA: Digitalizamos todos los másters de Soda y a partir de ahí trabajamos. La gente se va a encontrar con arreglos y detalles increíbles en los 90 minutos que dura todo. La idea siempre fue transformar el cancionero, pero manteniendo la esencia de Soda.
¿Les sorprende la universalidad que ha alcanzado el grupo?
ZB: No, sorpresa no es la palabra. No es un hecho que empezó ahora; es algo constante, porque Soda nunca dejó de estar de moda. De esos 10 años que estuvimos sin tocar, del 97 al 2007, creció mucho más nuestro público. Y en esta última década siguió creciendo, con mucho fanático más joven o gente que se junta a escuchar las bandas que nos imitan.
CA: El finde estuve en un cumple de un amigo y vi a nenes de 12, 13 años, que me decían que escuchaban Soda. ¿Y de dónde sale eso? Bueno, de los padres o hermanos, hay casi un mandato genético que va traspasando ese gusto.
Chile hoy pasa por una situación muy similar a la que atravesó Argentina con Cerati: el máximo héroe musical del país, Jorge González, sufrió un accidente que le ha hecho imposible retomar su carrera. ¿Supieron algo de eso?
CA: Sí, por supuesto que me acuerdo de él, no sabía que le había pasado eso. Qué lamentable. Y qué doloroso, sobre todo para uno que vivió algo parecido tan de cerca.
ZB: Hay que desearle mucha fuerza para que pueda salir adelante. Quizás en algún momento la prensa nos puso a competir con Los Prisioneros, pero todos somos músicos y lo que hacemos es darle felicidad a la gente, que puedan soportar su carga de todos los días. Somos colegas. Ojalá se pueda recuperar.