En el escritorio de Raúl Zurita hay un agujero negro: una puerta hacia un Chile devastado por bombardeos, en que las ciudades en ruinas se confunden entre las olas del mar. Estas imágenes están plasmadas en un libro recién terminado y parcialmente inédito. Son más de 700 páginas que hace una semana Zurita mandó a empastar, después de escribirlas a lo largo de siete años. Siguiendo su tono autobiográfico, iba a titularlo Zurita, pero decidió oír un viejo consejo de Nicanor Parra y hoy se llama Mein kampf, igual que el libro en que Adolf Hitler expuso su ideología. Es el proyecto más ambicioso de Zurita, que todavía no tiene fecha de publicación.
"Creo que nadie ha escrito algo como esto", adelanta el poeta que en 2000 ganó el Premio Nacional de Literatura. Se refiere al género: son poemas que cruzan las barreras del verso y se transforman en relatos de ciencia ficción apocalípticos o en entradas de un diario de vida descarnado. La suma es menos parecida a una colección de versos que a una novela experimental.
Algo hemos podido leer de Mein kampf, pues desde 2006 Zurita viene publicando adelantos. Primero Los países muertos, luego Las ciudades de agua y, el año pasado, In memoriam. Polémicos por sus alusiones a la escena literaria, también han sido alabados. "Un libro de espejismos, tallados con mil detalles mediante la sintaxis sorpresiva y los giros de oralidad onírica que el autor imprime a su poesía", dijo la revista mexicana Letras Libres sobre Las ciudades de agua.
Ahora Zurita lanza un nuevo extracto, Cuadernos de guerra, otro lamento que cruza la vida del poeta con el paisaje de Chile y ecos del golpe de 1973. Nada de poesía intimista, es un grito dramático y sediento de épica.
BOMBARDEO
"Una ciudad arrasada hace miles de años: Santiago", se leía en Las ciudades del agua. Ahí está el terreno de Cuadernos de guerra, en el que Zurita muestra un país que pareciera haber vivido un apocalipsis: después de atravesar "infinidades de automóviles incendiados", avanza entre los escombros hasta reconocer las ruinas de una ciudad que hace miles de años atrás "fue arrasada hasta los cimientos".
Aunque con menos referencias a la literatura chilena que en los anteriores volúmenes de Mein kampf, en Cuadernos de Guerra hay cameos de Diamela Eltit, Roberto Bolaño, Parra y David Turkeltaub. Beethoven aparece en un campo de detención en el desierto y Bob Dylan inspira todo un capítulo: Rotas carreteras al amanecer, donde se pueden ver los cuatro ríos del Paraíso de la Biblia (el Pisón, el Guijón, el Tigris y el Eufrates), convertidos en "carreteras de cemento con degollados tirados en las bermas".
Como si las batallas que se libran en Los Sea Harrier de Maquieira ya hubieran sucedido, Zurita escribe sobre los restos del combate. Se lee: "¿El bombardeo duró millones de años? ¿Una fracción de segundos? ¿Apenas unos días? Quién podría decirlo. Quién podría decir cuánto dura el lapso infernal de una vida. Cuando terminó no quedaba más que este eriazo y el murmullo insomne del viento, el murmullo que recuerda las antiguas rompientes estrellándose contra los acantilados".