1968: El año de nuestros padres

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La joven Caroline de Bendern fue desheredada por su aristocrática familia tras esta foto en el mayo francés de 1968.


1968 fue un "año que conmocionó al mundo". Al menos así tituló su libro el periodista Mark Kurlansky, en un texto que literalmente es una "biografía de un año radicalmente distinto" (2004). Dice, que quizás nunca ha habido un año como ese y que es poco probable que vuelva a verlo, seguramente tiene razón, aunque cada era o generación siempre tiene su sello identitario.

Ciento veinte años antes, en 1848, el mundo también había vivido una oleada de revoluciones que recorrieron desde París hasta Viena, Milán y Budapest, pero a diferencia de 1968, los movimientos se circunscribieron solo a Europa y no recorrieron todo el mundo. Marx intentó explicar que el 1848 fue un momento de ruptura entre burguesía y proletariado, según dice Carlos Fuentes en su trabajo Los 68 (2005). Creo que la explicación es más profunda, pero a diferencia de entonces, 1968 fue una manifestación de un deseo de cambio ,mucho más allá que el limitado análisis de la lucha de clases.

Era el deseo que ocurriera "El nacimiento de un mundo nuevo", en palabras del escritor Ramón González Férriz (2018), ya que fue el intento de acabar con la era de la post guerra e iniciar algo distinto. ¿Será que los hijos de la postguerra estaban cansados de ver como sus padres consumieron sus vidas, tras el final de la guerra,  dedicándose solo a reconstruir lo destruido a causa de los totalitarismos?

El rechazo a la guerra de Vietnam, la primavera de Praga, las protestas universitarias en Estados Unidos, los asesinatos de Martin Luther King y Robert F. Kennedy, la demostración del "poder negro", las olimpiadas de México precedidas por la matanza de Tlatelolco, y ciertamente el mayo francés, fueron solo los hechos más notorios de una generación que sencillamente se rebelaba contra el antiguo orden.

La música, desde Aretha Franklin a The Doors, pasando por Jimi Hendrix, The Rolling Stones, James Brown, Led Zeppelin y Bob Dylan, sin dejar de mencionar el inolvidable "Hey Jude" de The Beatles. La forma de vestir, no solo consistía en acortar el vestido, sino que se combinó con una onda psicodélica y hippie en un intento de contracultura liberal y pacifista, fueron junto al arte y el cine expresiones de la búsqueda de ese nuevo mundo, que vio en el inicio del camino a la conquista de la Luna, una esperanza con la foto que sacó ese mismo año la Apolo 8.

"Ser libre en 1968 es participar", fue uno más de los centenares de rayados en la Escuela de Ciencia Política de París que daban cuenta que todo estaba sucediendo. Desde el recordado "La imaginación al poder" hasta "Los sueños son realidad" y "Ni robot ni esclavo".

Fue un curioso despertar, pues como bien dice González Férriz, "para muchos de quienes vivían donde tuvieron lugar las protestas y las graves crisis políticas de ese año, se trataba de un propósito absurdo. Cualesquiera que fueran sus carencias, una gran parte de los países vivía una época de prosperidad; la economía crecía y las clases medias con ella, y, dentro de los siempre estrechos límites de la Guerra Fría, la situación política era estable" (2018, p. 11). ¿Será necesario recordar que la protesta o la marcha en la calle no solo obedecen a razones económicas, como creen algunos?

Para quienes bordeamos los 50 años de edad, estos juveniles sesenteros fueron nuestros padres. Observamos fotos que transitan entre la corbata y la camisa blanca en unos, al pelo largo, la barba y los cintillos en otros. Los peinados con laca y el traje de dos piezas, frente al pantalón pata de elefante y la túnica coloreada. Pero sus hijos, muchos no siguieron sus pasos y más bien se parecieron a sus abuelos, pues en los 80 y 90 se dedicaron a reconstruir economías y políticas devastadas por la crisis, las dictaduras y –una vez más- los totalitarismos. Nos llamaron la "generación X" y también "generación perdida", aunque nuestros hijos ¿será que están retomando el camino de sus abuelos?.

Ante un "año que conmocionó al mundo", no se le pida a una columna que pretenda explicar lo para algunos todavía es inexplicable. Solo permítasenos concluir con la letra de la canción de Joaquín Sabina, que en ese 1968 canto:

"Aquel año mayo duro doce meses

tu y yo acabábamos de nacer (… )

la poesía salió a la calle

reconocimos nuestros rostros (…)

pero no pudimos reinventar la historia

mascaba la muerte chicle en el Vietnam

pisaban los tanques las flores de Praga.

En México lindo tiraban a dar

mientras Che cavaba su tumba en Bolivia

cantaba Masiel en Eurovisión

y mi padre llegaba puntual al trabajo

con el cuello blanco y el traje marrón

si ahora encuentro aquel amigo

leo en el fondo de sus ojos

que ya se secaron las flores

de 1968".

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