Columna de Sebastián Izquierdo: 2024, ¿el año del golpe de timón?
El extenso proceso de redacción constitucional, que se ha prolongado por cuatro años -sin contar con su antesala-, ha desviado al país del progreso y del crecimiento económico. La incertidumbre, originada por la falta de normativas claras, obstaculiza las inversiones y limita las oportunidades para muchos ciudadanos.
Año nuevo, despedimos al 2023 y damos la bienvenida al 2024. Decimos adiós a la UF a 35 mil, y no tan entusiastas la recibimos a casi 37 mil. En noviembre, el IPC subió un 0,7%, más del triple de lo esperado. Este rebote inflacionario se traduce en un duro golpe más al bolsillo de los chilenos, incidiendo en una variedad de gastos indexados, incluyendo a los dividendos. Sin embargo, con la tasa de créditos hipotecarios alcanzando su máximo en 14 años, poseer un dividendo hipotecario se ha convertido en un escaso lujo. Este escenario ha frustrado el sueño de la casa propia para muchos, pues una tasa del 5,31% es prohibitiva.
Cifras más cifras menos, esto se palpa en la vida cotidiana de los chilenos, una verdad ineludible reflejada en la reciente Encuesta CEP. Un 60% de los encuestados califica la situación económica actual, bajo la administración del Presidente Boric, como mala o muy mala. Este valor contrasta con el 38% registrado durante el tumultuoso mandato del ex Presidente Piñera, el que estuvo azotado por un violento estallido social y la pandemia. Además, el 34% percibe el momento actual como de decadencia. Es inquietante que el 41% de los encuestados opine que, bajo este gobierno, la situación empeorará en los próximos 12 meses, una proporción que supera más del doble al promedio de las últimas dos décadas. Estas expectativas, teñidas de pesimismo, se erigen como un indicador clave para anticipar el rumbo de nuestra economía. Coinciden con las proyecciones del Banco Central, que plantea como escenario más optimista para este año un estancamiento económico, con una previsión de crecimiento entre -0,5% y 0,0%. Dado que la productividad en Chile ha estado estancada por más de una década y considerando además que la OCDE ubica al país entre los más improductivos del bloque, se hace evidente que sin un significativo cambio de rumbo, alcanzar un crecimiento sostenible y vigoroso es una meta inalcanzable.
El extenso proceso de redacción constitucional, que se ha prolongado por cuatro años -sin contar con su antesala-, ha desviado al país del progreso y del crecimiento económico. La incertidumbre, originada por la falta de normativas claras, obstaculiza las inversiones y limita las oportunidades para muchos ciudadanos. Sin duda, la situación actual es menos crítica que la enfrentada el 4 de septiembre de 2021, cuando Chile estuvo al borde del abismo, el cual afortunadamente se logró evitar. Hoy, la disyuntiva reside entre mantener la Constitución vigente o adoptar una nueva propuesta. Independientemente del resultado de la elección, el país continuará enfrentando importantes desafíos; el estancamiento en productividad y la necesidad de una mayor cohesión social. Personalmente, aunque considero que la nueva propuesta constitucional no es perfecta, creo que ofrece una mejor solución para abordar estos profundos problemas. No obstante, lo que Chile necesita con urgencia es un decisivo golpe de timón para concentrarse -sin distracciones- en su principal desafío: el estancamiento económico. Aunque anteriormente el crecimiento económico no estaba en el radar del gobierno, hoy contamos con un ‘gabinete de crecimiento’, y pronto podremos evaluar su capacidad para manejar el timón.
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