SEÑOR DIRECTOR

Las catástrofes son algo que superan con creces el número de afectados, casas destruidas o el momento del impacto, pues golpea con fuerza a quien la vive. Quedarnos en la evaluación a partir de los rankings o números hace que perdamos la dimensión humana de cada emergencia.

Los desastres naturales no existen; los desastres son sociales. Pero se suele instalar la creencia de que la naturaleza es responsable de los efectos de sus manifestaciones, en vez de asumir que parte importante de los resultados son producto de nuestra fragilidad y también malas decisiones.

Chile ha sido ejemplo en materia sismológica, algo no heredado del 27F, sino de nuestra historia de destrucción, reconstrucción, traslado y recuperación de comunidades; pero, en especial, del terremoto de 1906, que motivó la creación del Servicio Sismológico Nacional de la U. de Chile (hoy Centro Sismológico), fuente inagotable de información para la ingeniería, entre otras disciplinas.

La mitología mapuche sabe de aquello con mucha anterioridad a nuestra historia reciente. El enfrentamiento entre Caicai y Trentren ya hablaba de terremotos, maremotos, qué deben hacer aquellos que se encuentran en la costa, y también la asociación entre comunidades y naturaleza.

Esta fecha debe hacernos mirar el pasado para proyectar el futuro, materializando los desafíos pendientes. La institucionalidad requiere robustecerse y modernizarse, avanzar en integración y descentralización, fortaleciendo el involucramiento comunitario, su organización y entrenamiento, algo que nunca es suficiente y que en algunos casos sigue siendo un pendiente desde el 27F.

Michel De L'Herbe Consultor en Gestión de Emergencias

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