¿A quién culpar?
Es verdad que sería un error metodológico y malintencionado comparar la convocatoria de las primarias de alcaldes y gobernadores de ayer con la masiva participación que hubo para el plebiscito del 25 de octubre.
Pero al calor de las recriminaciones cruzadas que se dieron entre los partidos, el gobierno y el Servel, no hay espacio para refutar que la concurrencia a las urnas fue pobre y bajo lo esperado: apenas 148 mil personas en la elección de alcaldes y 419 mil en la de gobernadores.
“No es el momento de buscar responsables”, se apuró en decir el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, cuando, a poco andar del proceso, varios comenzaron a acusar una supuesta desidia del gobierno para incentivar la participación y a apuntar al Servel por las dificultades que hubo para constituir todas las mesas.
Y sí. Pudo haber poca difusión de los comicios. Y también pueden tener asidero las variadas teorías que ayer se expusieron para explicar por qué solo un 3% del padrón fue a votar.
Pero también habrá que convenir que hay un déficit importante de los partidos en su capacidad de movilizar adherentes.
El proceso no resultó atractivo y la desafección con la política parece mantenerse, pese a que algunos han tratado de obviarlo, imaginando que, quizás, el entusiasmo que despertó el plebiscito estaba cambiando las cosas.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.