A tres años de Cúcuta

Migrants crossing the border between Bolivia and Chile


Por José Tomás Vicuña, ingeniero Comercial, experto en migraciones

Se cumplen tres años de la visita del presidente Sebastián Piñera y el Canciller de ese entonces, Roberto Ampuero, a Cúcuta. Mucho se ha hablado del impacto que tuvo ese viaje en la llegada de población venezolana al país. Del total de ingresos por paso no habilitado entre 2018 y 2021, el 68% es de venezolanos. ¿Corresponde responsabilizar de lo anterior solo al viaje del Presidente Piñera a Cúcuta? No.

En migración existen factores de expulsión y atracción. El primero, en este caso, es la grave crisis democrática que ha profundizado Maduro. El segundo es Chile. A fines de 2018 se estimaban en poco menos de 350 mil los residentes venezolanos, lo que, sumado a la estabilidad política y económica del país, atrajo a familiares y personas cercanas. Lo anterior aumentó con las constantes declaraciones en favor de la libertad en Venezuela en el primer año de gobierno y la visita a Cúcuta.

El gobierno impuso para personas venezolanas la Visa de Responsabilidad Democrática (abril 2018) y la Visa de Turismo Consular (junio 2019). Es decir, antes y después de Cúcuta. Éstas provocaron la disminución de flujos totales de población venezolana. En 2017, el saldo migratorio (ingreso-egresos) de venezolanos fue de 115.421; en 2018, de 188.939; en 2019 bajó a 125.342; y los dos últimos años tuvieron saldo negativo, de -4.200 (2020) y -7.307 (a agosto 2021). Pero, al mismo tiempo presenciamos un efecto adverso de esas visas: en 2017 se contabilizaron nueve personas venezolanas que se autodenunciaron por ingresar por paso no habilitado, cifra que aumentó a 101 en 2018, 3.333 en 2019, 12.935 en 2020 y 43.449 en 2021.

Lo anterior muestra algo claro: después de Cúcuta entró considerablemente menos gente de Venezuela; pero, al mismo tiempo, aumentó exponencialmente su ingreso por paso no habilitado, en condiciones más precarias, creciendo considerablemente la red de tráfico y muertes en la frontera. Un Estado está en su libre derecho y deber de exigir documentación a quienes ingresan al país. El problema es que la crisis es tan grave en Venezuela que las personas siguen escapando.

Evaluar los ingresos por paso no habilitado solo a partir de Cúcuta es injusto y reduce la complejidad de la migración venezolana. Pero lo que sí es necesario evaluar es lo dicho por el Presidente Piñera en Cúcuta: “Hemos venido (…) para manifestar nuestro total compromiso y apoyo a la causa de la libertad, de la democracia y el respeto de los derechos humanos en Venezuela. El mejor camino, sino el único camino, es tener elecciones libres, transparentes y democráticas”.

Tres años después, ya no hay puntos de prensa, los recitales se transformaron en funerales y los presidentes de la región nunca más promovieron elecciones libres, transparentes y democráticas. Finalmente, Cúcuta quedó como un evento mediático y los gobiernos nunca buscaron nuevos modos de colaboración. Lo único que permanece de febrero de 2019 es el sufrimiento de la población venezolana.

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