En junio, se espera lograr en Chile que el 80% de la población se encuentre vacunada contra el Covid-19. Hasta el pasado 31 de mayo, cerca de 8 millones de personas ya cuentan con la segunda dosis, mientras que unos 10,6 ya poseen la primera dosis. Esto significa un gran avance y un gran desafío, porque aún se debe concientizar y educar a quienes aún no se han inoculado, quizás por temor, indiferencia o desconocimiento.

La vacuna es una herramienta para disminuir los contagios y la gravedad de sus implicancias. Hace algunos días, la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi) dio cuenta que más del 90% de los pacientes UCI no estaban vacunados. Más preocupante aún es que durante la última semana el número de contagios volvió a superar los ocho mil casos diarios. De ahí la necesidad de que el proceso de vacunación vaya continuamente acompañado por medidas de protección y autocuidado.

Obviamente el primer objetivo de la vacunación es salvaguardar la vida y salud de las personas y sus familias. Pero existen otras implicancias secundarias que derivan de la vacunación y que también son importantes. Entre ellas, se encuentra la posibilidad del desconfinamiento gradual, según el avance de las condiciones sanitarias, lo que permitiría una recuperación de los empleos perdidos y, a su vez, una reactivación económica del país.

Parte de esta intención se traduce en el denominado “pase de movilidad”, que sí es utilizado correctamente, permitiría ir retomando ciertas actividades. Un paso más en la reactivación económica.

Una oportunidad valiosa que surge de esta experiencia, es el diseño, desarrollo y la gestión de vacunas, entre otras. En este caso, las universidades juegan un rol fundamental en la generación de conocimiento y uso de tecnología. Un ejemplo de ello, es la Pontificia Universidad Católica de Chile, que apoya el desarrollo internacional de vacunas a través de su comunidad científica. Existe un gran potencial por cultivar en esta área a través de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). Por ello, es fundamental seguir avanzando, apoyar y fomentar el progreso científico en Chile, atrayendo talentos e inversión.

Instalar dicha capacidad en el país, requerirá tiempo y esfuerzo. Sin embargo, los beneficios serán enormes, porque permitiría a la población tener acceso más oportuno a estas herramientas que protegen la vida, y así también ayudar a otros países que lo requieran.

Chile tiene la oportunidad de sortear la crisis sanitaria sin tener que reparar entre salud o economía, gracias al avance logrado en este proceso. El llamado entonces es a vacunarse.

El autor es Director de Clapes UC

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