Activación laboral: las mujeres y los jóvenes primero

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02 DE MARZO DEL 2018 TEMATICA DE GENTE CAMINANDO POR FUERA DE EDIFICIOS DE OFICINAL SANTIAGO, CHILE FOTO: LUIS SEVILLA FAJARDO PEATONES - TRANSEUNTES - BARRIO FINANCIERO - HABLANDO POR CELULAR - SANTIAGO

"Es descabellado suponer que la situación de los hogares vulnerables ha visto una mejora por medio de la ayuda del Estado o retiro de ahorros previsionales, al punto que permite a sus miembros no trabajar".



Hoy las personas con mayor vulnerabilidad en Chile –pertenecientes al primer y segundo quintil de ingresos– presentan una tasa de ocupación de 34,9% y 40,5%, respectivamente, en comparación con el 48% de 2019. En contraste, los dos quintiles de mayores ingresos muestran una ocupación de 60,9% y 66,8%. Estas cifras reflejan que los más golpeados por los cambios en el mercado laboral, consecuencia de la pandemia, son aquellos más expuestos a la pobreza y a la exclusión. Dentro de este segmento, las mujeres y los jóvenes han sido gravemente afectados. Prácticamente se ha duplicado el número de inactivos potenciales en estos dos grupos, lo que evidencia que más que nunca, se están auto marginando del trabajo. Y, aunque muchos no lo quieren ver, tienen razones reales para hacerlo.

Es absurdo pensar que los grupos vulnerables han optado por moverse a la informalidad para mejorar sus ingresos en base a subsidios estatales, ya que el empleo informal ha sido el más afectado, dejando a más de 400 mil personas sin trabajo en un año. La crisis del trabajo informal ha golpeado con dureza a las mujeres jefas de hogar, hoy concentradas en compatibilizar el cuidado de sus hijos, las clases remotas, las tareas domésticas y la generación de ingresos. Pero, con las salas cerradas y las redes de ayuda desactivadas por miedo al contagio, volver a emplearse se torna imposible.

Por su parte, la situación de los jóvenes, que en su mayoría están encerrados en espacios reducidos, frustrados, con depresión e incertidumbre sobre el futuro, hace que la búsqueda de trabajo no sea su prioridad. Las dificultades que presenta el traslado, con largos trayectos hacinados, que aumentan el temor al contagio, e incertidumbre para el retorno a casa, debido a las restricciones horarias, también desincentivan la activación laboral.

Es descabellado suponer que la situación de los hogares vulnerables ha visto una mejora por medio de la ayuda del Estado o retiro de ahorros previsionales, al punto que permite a sus miembros no trabajar. Hoy estos grupos están inmovilizados porque hay condiciones reales que no les permiten volver a insertarse. Es obligatorio articular un esfuerzo multisectorial que busque y promueva soluciones que permitan hacer frente a estas barreras, en el nuevo escenario laboral. Esta tarea hoy es imprescindible y urgente, ya que para las familias más marginadas no existe la opción de querer o no querer volver a trabajar. Eso está muy lejos de su realidad, es una necesidad.

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