Admisión en la educación superior en medio de la pandemia
Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar
El lunes recién pasado también fue un súper lunes para la educación superior, dando inicio al proceso de matrícula, que termina el 10 de marzo, lo cual es un gran éxito dentro de un proceso de admisión que parecía imposible.
Sabíamos que sería un año complejo, no solo como efecto de la pandemia y en efecto el cierre de los colegios, sino también por las consecuencias que ya se arrastraban del proceso de admisión anterior marcado por el estallido social y el boicot a la PSU. Lo cual se tradujo en que en 2020 se matricularan 43 mil estudiantes menos que en 2019. A esto se suma que el número de inscritos para rendir la Prueba de Transición Universitaria (PTU) disminuyó en un 11%.
A pesar de lo anterior, podemos rescatar cifras positivas. Por ejemplo, el aumento del 4% de postulaciones respecto del año anterior, incremento que, aunque no logra revertir la pérdida de matrícula señalada anteriormente, no la agudiza aún más. Además, cabe destacar los esfuerzos realizados por las autoridades gubernamentales para que los estudiantes rindieran la prueba en un contexto seguro y tranquilo.
Con todo, los datos hasta ahora obtenidos, si bien son preliminares (aún es necesario esperar a que termine el proceso de matrícula y el período de retracto), permiten hacer una serie de análisis interesantes.
En primer lugar, el aumento del número de postulaciones se explica principalmente debido a que este año el sistema permitió que estudiantes que no lograban cumplir con el requisito de contar con un mínimo de 450 puntos, pero que se encontraban dentro del 10% superior de su establecimiento, estuvieren habilitados para participar del proceso. Medida que benefició a 2.256 alumnos, provenientes en su mayoría de colegios municipales, lo que permite incorporar mayor equidad al sistema. Así también, el programa PACE presentó un aumento del 21% dando mejores oportunidades a estudiantes de establecimientos municipales de buen rendimiento.
Por otro lado, es necesario poner atención a los resultados en las carreras de pedagogías, área que en los últimos años ha tenido una tendencia negativa. En efecto, entre el 2019 y 2020 la matrícula de primer año para las carreras de educación disminuyó poco más que un 12%. Esto es grave considerando por una parte el déficit proyectado para el año 2025, pero especialmente teniendo presente que existen políticas específicas para lograr una mayor atracción a estas carreras, como es la Beca de Vocación de Profesor.
Esta problemática fue abordada por la Mesa de Atracción de las Pedagogías, que a fines del 2020 entregó su informe final con una serie de recomendaciones, algunas de las cuales ya se han implementado -como atrasar la entrada en vigencia de los nuevos requisitos para la admisión de las pedagogías- y otras que dicen relación con fortalecer la Beca Vocación de Profesor y pensar en políticas que atiendan al proceso formativo y profesional completo del docente. Sin embargo, se hace necesario un cambio más profundo, el que debe venir desde el interior de las propias escuelas, permitiendo valorizar de mejor manera el trabajo del profesor -algunos estudios dan cuenta que los docentes se valorizan menos que lo que lo hace el resto de la sociedad-, generando espacios de trabajo atractivos y profesionalizantes.
Por último, vale la pena destacar que la disminución en la matrícula que en nuestro país se observa desde el año pasado viene a ser un problema generalizado de las instituciones de educación superior a nivel internacional como efecto de la Pandemia, ello requiere repensar políticas y medidas que permitan adaptarse a estos nuevos escenarios sin que se vea perjudicado el desarrollo de nuestro sistema.
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