
Afírmese usted compadre, se viene la tormenta perfecta

El mundo está nervioso frente a las amenazas de una potencial recesión. La guerra arancelaria desatada por el gobierno de Donald Trump tiene al mundo complicado, con presiones inflacionarias. Sin duda, Estados Unidos está jugando un juego peligroso que busca mejorar las condiciones comerciales para los productos estadounidenses. Su lema es América primero y eso es lo que busca. Hoy, el mercado respira por la tregua de 90 días anunciada, pero aún no está clara para muchos la estrategia y menos los resultados.
Chile, a quien se le fijaron aranceles de 10%, cuenta con acuerdos de libre comercio con lo que supuestamente debiéramos estar tranquilos. Hoy, se espera aclarar si la tregua nos mantiene o nos mejora las condiciones comerciales. “Los próceres” del gobierno han hablado más allá de la prudencia, poniendo sus deseos sobre lo conveniente para el país. Lo claro es que somos un país “muy pequeño”, lo que se nos suele olvidar, luego de habernos creído importantes por los logros obtenidos.
Chile, un país pobre en su historia, cambió el modelo, ese que muchos ningunean, y se convirtió en el ejemplo mundial de cómo hacerlo bien. La clave fue el ahorro creado por el sistema de capitalización individual y la apertura al mundo con el comercio internacional. Sin duda, dependemos en gran medida del mundo y todo lo que suceda afuera nos afecta. Por nuestra responsabilidad fiscal hemos podido, una y otra vez, sortear crisis. Siempre hemos guardado en tiempos de “vacas gordas” para las “vacas flacas”. Hoy una potencial crisis, nos encuentra muy mal parados a causa de la falta de responsabilidad y la liviandad del gobierno actual.
Las fiestas se pagan y los excesos pasan la cuenta. El gobierno de Chile ha gastado gran parte de las reservas sin mediar crisis alguna. La deuda pública ha alcanzado niveles excesivos, que distan de toda prudencia. En Chile claramente hoy “No hay Plata”, tampoco hay prioridades en el gasto, ya que gastan como si no faltara. Ciertamente “Las necesidades son infinitas y los recursos son escasos” y esa certeza es la que explica toda la ciencia económica, algo que claramente no comprenden los que hoy son gobierno. Ya que esto es una verdad, que no se puede cambiar por el simple deseo, implica siempre priorizar. No se puede hacer todo, al menos no al mismo tiempo. El estado no tiene recursos y depende de quitarle los recursos a quienes producen. Lo que está claro es que “ todo lo paga usted” , antes o después.
La gran mentira socialista ha instalado esa idea que dice que “El Estado somos todos”, por lo que se sienten “dueños” de los recursos que el Estado les quita a las personas “violentamente”. Como el dinero no lo producen ellos, tampoco lo cuidan. Los recursos se generan y se pierden. No son algo fijo que simplemente hay que repartir bien. No es que el “chancho esté mal pelado”, primero hay que tener el chancho y engordarlo. El crecimiento es esencial y este gobierno, aunque establezca “agendas procrecimiento” para la prensa, se ha esforzado en el “decrecimiento”. Son “generosos” con el dinero ajeno, son irresponsables. Ni hablemos de los “errores” de cálculo recurrentes han llevado a un déficit fiscal impresentable. Sin pandemia, sin terremoto u otra catástrofe natural se han gastado las reservas de Chile de un modo pornográfico, hasta desfinanciando a la Corfo.
Se han gastado “la fiesta”, no precisamente en las cosas más importantes, salud que debiera ser lo primordial, ya que sin vida no hay opción de otra cosa, vive hoy la peor crisis de los últimos años, el desfinanciamiento y las listas de espera hablan por sí solas. El dinero se ha ido en “burrocracia”, esa que cobra pero que no aporta. Han contratado 100.000 empleados públicos y gran parte del presupuesto fiscal sin que le cambie la vida a los chilenos. De hecho tanto han gastado que para poder hacer la reforma de pensiones obligaron a las personas a “prestarle dinero al Estado”. Recaudaron menos porque calcularon mal. Calcularon mal porque la reforma tributaria y el alza de impuestos desincentivó a quienes producen y Chile “decreció” ya que ciertamente “le metieron inestabilidad al país”. Han derrochado el dinero recaudado en programas mal evaluados, funcionarios innecesarios y actos flagrantes de corrupción que buscaban financiar la política con el dinero de los contribuyentes.
A este mal escenario hay que sumar el alza de la inflación que se disparó por políticas irresponsables como los retiros, que para ellos fue vista como la opción de atacar al modelo en su corazón, se ha visto impulsada por las alzas de la luz, causada por la congelación de las tarifas. Las cuentas se pagan y los chilenos las estamos pagando. Las políticas y leyes “supuestamente a favor de los trabajadores” no han ayudado a recuperar el empleo pre pandemia, porque se han dedicado a encarecer los costos para contratar, lo que evidentemente y por lógica, desincentiva el empleo. Ni las 40 horas, si el aumento del salario mínimo son sensatos en “decrecimiento”.
Esta nueva potencial crisis nos encuentra muy mal parados. Sin plata, sin crecimiento, con alta inflación y con alto desempleo. Todas han sido heridas autoinfligidas. Esperemos que el mundo no se complique más, ya que la irresponsabilidad se nos va a aparecer y la vamos a sentir. Así que “afírmese usted compadre” estamos en la tormenta perfecta. Urge enmendar el camino y bajar el gasto público. Es un imperativo moral.
Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora.
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