Aguante Micco
Por Jorge Burgos, abogado
Philippe Sands en su imprescindible libro “Calle Este-Oeste” relata de manera magistral como dos abogados de origen judío (Hersch Lauterpacht y Rafael Lemkin) contribuyeron a uno de los más trascendentes hitos fundacionales del concepto de crímenes contra la humanidad. La historia reciente del mundo tiene muchos capítulos de ejemplares luchas por la vigencia incondicional de los derechos humanos, en particular cuando se ha tratado de enfrentar a dictaduras de cualquier signo que los violaron. Nuestra sociedad vivió una de esas páginas de valiente lucha.
Pero en estos días, a propósito de derechos humanos, hemos vivido algo nada de vivificante, con ocasión de una entrevista que diera el director del INDH. A juicio de muchos, impecable en los conceptos desarrollados; otros, en lugar de debatir lo que les pueda parecer opinable o equivocado, optaron por la brutal descalificación y por cierto encontraron eco, aún más vociferante, en uno que otro parlamentario.
Más complejo es, sin duda, que el ataque de cinco consejeros del Instituto Nacional de Derechos Humanos en contra del director de esta institución, Sergio Micco, ha sacado a la luz el conflicto de fondo que hay en ese organismo desde hace tiempo. Las agrupaciones de funcionarios que acaban de declarar un paro absolutamente injustificado de actividades consideran que tienen autoridad sobre el rumbo del Instituto y que incluso pueden vetar las actuaciones de su director, sobre todo si, como es el caso de Micco, no tiene la “militancia correcta”. Tales agrupaciones actúan como si el INDH fuera un coto de caza de los grupos políticos con los que se identifican sus funcionarios.
El problema de fondo es que esos grupos pretenden desde hace algún tiempo convertir al Instituto en una fuerza de choque, y no lo consiguieron debido a la oposición de su director y otros consejeros. La campaña de agravios contra Micco en este período llegó muy lejos.
Es muy grave que una entidad creada para fortalecer la cultura de los DD.HH. en la sociedad aparezca prácticamente secuestrada por un grupo sectario, que busca instrumentalizar la causa de los DD.HH. para favorecer una estrategia de amedrentamiento de quienes no comparten sus posiciones
Surge un gran interrogante sobre el futuro de una entidad que, por la vía de las funas, las campañas de insidias y los paros, puede poner en riesgo su valiosa razón de ser y conducirla a una crisis.
El INDH debe servir a todos los chilenos, para eso nació y se creó, dotándolo de autonomía y presupuesto público y no a una corriente intolerante.
Como si no fueran pocas las responsabilidades que se ha puesto sobre sus hombros, Sergio Micco a la hora de denunciar con rigor las violaciones de derechos humanos cometidas por agentes del Estado hoy agrega la de cautelar -acompañado de los consejeros que entienden el sentido de su mandato- que el Instituto que conduce no termine como instrumento de proselitismo. Para que ello no ocurra... aguante Micco.
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