Airosa caminaba la flor de la canela

People gather after Francisco Sagasti from the Centrist Morado Party was elected Peru's interim president by Congress, in Lima


Por Soledad Alvear, abogada

Una frase inolvidable del que para algunos es el segundo himno nacional del Perú compuesto por Chabuca Grande y que retrata el andar decidido y garboso, pese a las dificultades, de Victoria Angulo por “el río, el puente y su alameda”.

El Perú fue un virreinato influyente y decisivo para la historia de América. Su carga histórica sigue presente en la memoria colectiva e inspira la grandeza del país que hoy enfrenta momentos turbulentos. Como los que muchos de nuestros países han vivido en los últimos años, aunque esta vez la complejidad llega en medio de la pandemia y una recesión económica que ha golpeado su estructura productiva como nunca.

Hace solo unas horas, el Perú abraza consenso en un presidente provisional: Francisco Sagasti el que llega luego de una controvertida sucesión presidencial donde el ex Presidente del Congreso, Manuel Merino, asume tras dos peticiones de vacancia de Martín Vizcarra y habiendo renunciado la vicepresidenta Mercedes Araos.

Pero Merino consumó su destino en solo unos días y hoy el Perú tiene su cuarto presidente desde Kuczynski, en menos de cuatro años, esperando concluir el actual mandato presidencial con su interinato.

No veíamos tanta incertidumbre presidencial desde el Ecuador de Bucaram, la Argentina de De la Rúa o el Perú de Toledo, aunque en este último caso Valentín Paniagua llegó de una vez a calmar las aguas. Y eso siempre nos debe preocupar porque el destino de un país hermano es también en parte la ventura del propio.

Los golpes a las democracias ya no son contra el choque de las bayonetas. Pueden ser golpes blancos, autogolpes, asaltos políticos o atajos institucionales. La fauna es diversa y lamentablemente creativa.

Las crisis políticas ya no solo comienzan con ejecutivos deficientes, también de desatan en parlamentos fragmentados, irritados y sin capacidad de leer la voluntad soberana. Y esto es quizás la singularidad del caso peruano, al no haber incentivos políticos a la vista para alinear mayorías mínimas, a meses de las elecciones parlamentarias y presidenciales.

Sin embargo, Perú es un país resiliente. Pese a las vicisitudes políticas de los últimos 30 años (hemos obviado la nota al Presidente Fujimori y sus accidentados mandatos), ha logrado posicionarse como uno de los países con más crecimiento sostenido en la región. Con una diplomacia altamente profesional también ha sabido vincularse globalmente y desplegar liderazgo regional. Ahí están su temprana adhesión al TPP-11 y un rol destacado en la Alianza del Pacífico.

Esto último nos comprueba la importancia de la política, de la buena política con mayúsculas, ya que sin ésta todo es prestado, todo puede ser un espejismo, todo se vuelve transitorio.

Pero en estos momentos vale la pena escuchar a Chabuca Grande porque lo difícil del trayecto de seguro no serán impedimento para que esta gran nación pueda salir de la crisis con la frente en alto, airosa y firme por “río, el puente y su alameda”.

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