Aislamiento social del siglo XXI
La pandemia ocasionada por Covid-19, un nuevo virus del cual no existe memoria inmunológica ni tratamiento farmacológico, ha tenido una alta velocidad de propagación y de contagio, haciendo colapsar los sistemas de atención en varios países, en especial de Europa. Los ejes de intervención se han focalizado en intentar atenuar la curva de contagio a través del aislamiento social y la confirmación con diagnóstico de laboratorio de la población infectada, sometiéndola a aislamiento y control de sus contactos cercanos.
En Chile, tempranamente surgieron voces que llamaban a la implantación de una cuarentena absoluta, instaurada sobre la base de la experiencia sanitaria del siglo pasado, donde en ausencia de otros medios que permitieran identificar el comportamiento del agente viral, solo era posible concebir una intervención de estas características. Hoy, en cambio, con las tecnologías de la realidad digital, la ciencia de datos y la implementación de modelos predictivos se puede y debe instalar una lógica más efectiva para la gestión y control de esta pandemia. A partir de los datos se puede obtener modelamientos que permiten establecer estrategias anticipatorias, como también un monitoreo estrecho del impacto de las medidas adoptadas por la autoridad sanitaria, y de esa forma poder establecer la oportunidad y alcance de una cuarentena.
Adicionalmente, y también instalados desde el pasado, seguimos concibiendo las intervenciones de aislamiento a través de las restricciones para compartir espacios públicos. Al respecto, es de interés advertir lo ocurrido en Hong Kong, Taiwán, Singapur y Corea, donde los niveles de contagio han sido muy inferiores a Occidente y donde la cuarentena absoluta no se estableció como la concebimos en nuestras latitudes, lo que ha sido motivo de polémica en Chile. Allá se ha apostado fuertemente a la vigilancia digital. En Taiwán, por ejemplo, el Estado envía simultáneamente a todos los ciudadanos mensajes a sus dispositivos móviles para localizar a las personas, que han tenido contacto con infectados. Se sabe la ubicación de las personas, sus condiciones de salud y se mantiene informado con mensajes de contexto a la población seguida digitalmente. En Asia, las epidemias no solo la combaten los epidemiólogos, sino también los cientistas de datos y los informáticos, mediante la utilización de Big Data, trazabilidad de móviles e IoT para monitoreo de temperatura corporal y trazabilidad de los ciudadanos contagiados y en riesgo por su cercanía con los primeros.
La polémica que se instaló en Chile hace unos días acerca de una cuarentena total no solo ha sido artificial sino perjudicial, porque ha confundido el propósito de aislamiento social, sobre el cual no hay discusión, con los instrumentos utilizados para lograrlo, poniendo el foco en medidas del pasado.
En el siglo XXI, las epidemias y su velocidad de propagación constituyen una amenaza que estará presente al igual que otras condiciones como el calentamiento global, por lo que, de manera urgente, debemos asimilar que las herramientas que nos entrega la realidad digital, y la explotación de datos personales para hacer vigilancia epidemiológica en tiempo real, nos permitirá lograr un aislamiento social efectivo.
Para abordar este desafío de salud pública e instalar esta visión se requiere la determinación política de instruir y permitir el uso de los datos personales y de las tecnologías digitales en todas sus capacidades para el propósito superior de resguardar la vida y salud de toda la población.
Chile puede acceder a estas tecnologías de manera inmediata y en consecuencia no debemos distraernos para acceder a la vigilancia digital, y entablar la verdadera discusión y determinación de política pública de poner al servicio de la sociedad los datos personales para administrar la epidemia.
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