Aislando el centro

centro de santiago paseo ahumada


Por Joaquín Trujillo, investigador del Centro de Estudios Públicos

Tal vez por ser yo un provinciano se me ha hecho posible presenciar desde hace tiempo una subversión contra Santiago o “Santiasco” (como también se lo ha conocido). Este “asco” lo experimentaba yo mismo cuando me instalé hará veinte años en la capital. Santiago se me figuraba, y no solo a mí, una gran acumulación de inmundicias justo sobre las mejores tierras cultivables de Chile. Solo tras las lluvias aparecía brevemente purificado, para volverse a enturbiar.

El comentario obligado entre la gente de provincia era que las capitales de regiones y hasta las ciudades más chicas se “estaban pareciendo a Santiago”, especialmente debido a sus atochamientos, el esmog, la contaminación acústica y las malas maneras en la calle.

No sabría decir en qué momento la Meca a la que todos querían llegar se transformó en la Pompeya de la que todos quisieran huir. Quizás el proceso empezó hace mucho tiempo, pues Santiago, como todo centro, tiene también su propio centro. El centro de Santiago fue abandonado por las familias de renombre que se atrincheraron en nuevos barrios de estética anticastrista. Es como si ese centro repudiado se hubiese apoderado, poco a poco, de gran parte de Santiago, como acompañando en su fuga a antiguos vecinos.

Pero hay más. Mientras este fenómeno ocurría, las familias cabeza de ratón en provincia recomenzaban su vieja empresa contra Santiago, no sin motivos. Muchos de sus miembros empequeñecían al ingresar en la gran urbe, se resentían, regresaban al calor del hogar provincial, en donde eran reconocidos y respetados. Pasa siempre así: con los que van del campo al pueblo, del pueblo a la ciudad, de la ciudad a la gran ciudad, y de la gran ciudad a la metrópoli.

El caso es que el proceso constitucional ha abierto una oportunidad para vengar afrentas contra provincianos anónimos y llenos de orgullo. Son generaciones de desdenes santiaguinos las que aquí comparecen ante una justicia divina. Si hasta el nuevo Presidente de la República es un hermano provinciano.

Es sabido que las reliquias que no se cuidan se las confunde con basura. Santiago hoy es un centro indeseable al que muchos quieren aislar. Tras octubre de 2019 es un verdadero Chernobyl moral y políticamente hablando.

Sucede además que la subversión contra el centro se inscribe en la contra al logos de la política moderna. A primera vista, este acontecimiento tiene mucho de refrescante; no nos engañemos. Poco a poco se verá que el feudalismo fue eso, un archipiélago de fortalezas sustentadas por ricos y famosos, con vasallos en sus alrededores. La recuperación moderna de los centros urbanos (muchas de las capitales de los estados-nacionales) fue un poder más igualitario, uno que se pudo oponer a los arbitrarios poderes locales de la Edad Media. Y como aún queda mucha justicia que aplicar, especialmente de esa que no tiene una clara ley previa, el punto de retorno, que nos devuelva a ese centro que a veces es todo quicio, todavía quedará muy lejos.

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