Al rodeo no le ganan
Por César Barros, economista
El candidato Boric ha prometido que este será el último 18 con rodeos. Yo le respondo que eso nunca sucederá. Tres veces la izquierda radicalizada ha querido prohibir nuestro deporte nacional y siempre ha fracasado en su intento. Al final, los parlamentarios de regiones se han opuesto a la prohibición del rodeo chileno, y se oponen porque saben lo tremendamente popular que es el rodeo, en particular, en el mundo rural. Es -de hecho- el deporte que más público atrae, después del fútbol.
Alrededor del rodeo no solo están los más de 20.000 deportistas que lo practican en forma oficial, a través de las distintas federaciones de rodeo; están sus artesanos, sus transportistas, petiseros, arregladores, domadores y cuidadores de nuestros caballos y novillos. Cientos de medialunas “oficiales” y miles en recintos privados pueblan nuestras ciudades y campos. Y no solo se corre en Chile, también en Argentina (una exportación deportiva no tradicional).
Nació del Chile rural que trajeron los conquistadores, de sus caballos y vacunos que llegaron desde Europa. Caballos descendientes de las nobles razas caballares españolas, tan apreciadas por las legiones romanas y los ejércitos europeos. En Chile, el primer criador de caballos fue el obispo Rodrigo González Marmolejo, uno de los financistas de Valdivia y el primer misionero que llegó a estas tierras. Las primeras yeguas llegaron de Perú, con la expedición de Alonso de Monroy.
Se acusa al rodeo de maltrato animal, por parte de quienes desconocen el trabajo de campo de la ganadería. Siendo un negocio no muy rentable, hace impensable que los dueños de los vacunos los presten para ser maltratados, poniendo en riesgo su negocio. El reglamento de corridas de vacas ha sido modificado muchas veces para proteger a novillos y caballos de maltratos, actitudes de crueldad, y de antiguas normas que pudieran excusar dichas conductas. De hecho, el porcentaje de vacunos y/ o caballos accidentados es en la práctica cero. Cada rodeo cuenta con un veterinario, paramédicos, ambulancia y -cuando hay mucho público- de Carabineros.
¿Pero qué hay detrás del intento reiterado de prohibir el rodeo?
Lo mismo que respalda las quemas de nuestra bandera, las rechiflas al himno nacional y el rechazo a “la República”. Es el intento de borrar de un plumazo todas nuestras tradiciones. La eliminación de cualquier símbolo o evento que las recuerde. Si fuera por la izquierda ultra, no solo se prohibiría el rodeo, sino la cueca (de raíz hispánica), el escudo y su lema. Y sacarían de los libros de historia a O’Higgins y a Prat (miren si no a Baquedano, y la destrucción de las estatuas de nuestros héroes más apreciados). Y por supuesto a nuestras FF.AA. y Carabineros, que deberían ser “popularizadas” y sus tradiciones eliminadas.
La del rodeo será una batalla larga, pero la guerra no nos la van a ganar nunca. Los huasos -como buenos chilenos que son- no se van a rendir. Seguiremos por siempre corriendo en todas las medialunas, públicas y privadas. Seguiremos luciendo orgullosos nuestros aperos, nuestras mantas y nuestros maravillosos caballos, y con emoción correremos un toro desde el apiñadero hasta la puerta de salida, esperando con ansia los puntos buenos. Y a punta de adrenalina, olvidarnos del camino en que algunos quieren arriarnos y corretearnos.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.