Alza del precio del cobre: rechazo impuestos, apruebo la inversión
El reciente aumento del precio del metal rojo beneficiará a todos los chilenos, ya que las empresas pagan una gran cantidad de impuestos, lo que retruca aquella falacia de que la riqueza solo se la llevan las mineras.
Hace algunos días BBC News publicó “Cómo el enorme aumento del precio del cobre encendió el debate en Chile sobre el aporte de las mineras privadas a las arcas públicas”. En la nota explica que la actual discusión se produce en un año políticamente excepcional, donde el énfasis ha estado puesto en la inmediatez en vez del largo plazo.
El reciente aumento del precio del metal rojo beneficiará a todos los chilenos, ya que las empresas pagan una gran cantidad de impuestos, lo que retruca aquella falacia de que la riqueza solo se la llevan las mineras. En este sentido, todos somos socios de esta actividad, pues en la medida en que las empresas ganan más, aportan más al fisco. De hecho, solo el Impuesto Específico adicional al Corporativo del 27%, también conocido como royalty, tiene una tasa progresiva que va de un 5% a un 14% de las Utilidades Operacionales.
Creo que esta alza es una oportunidad para desarrollar políticas que favorezcan el dinamismo en el sector, que atraigan más inversión, incentiven la competencia y fomenten la productividad. Contrario a esto, hoy vemos un populismo cortoplacista en algunos legisladores, que pretenden cambiar las reglas tributarias, lo que implicaría un desincentivo a las inversiones, afectando, por ejemplo, la posibilidad de rentabilizar las grandes reservas de litio que tenemos, las cuales podrían dar ventas anuales de entre US$3 y US$5 mil millones y sobre US$1.500 millones en impuestos con una buena política de explotación.
Un catastro de Cochilco detectó iniciativas valoradas en US$74 mil millones para la próxima década, mientras que un estudio de Fraser sobre la facilidad para hacer negocios en la minería reveló que Chile cayó 13 puestos con relación al 2019, producto de la incertidumbre política actual. Así, cabe preguntarse si elevar la carga tributaria -ya más alta que varios países desarrollados y mineros-, ayuda para que se materialicen esas inversiones. Si consideramos que la discusión sobre nuevos tributos genera mayor incertidumbre y desaprovecha la oportunidad de debatir políticas de largo plazo, pareciera ser una mala idea. ¿Y si mejor nos concentramos en crear nuevos negocios para que los impuestos y el royalty crezcan en vez de solo aumentarlos?
Tras el Estatuto de Inversión Extranjera, Chile atrajo mucha inversión en minería. Este se basaba en dos principios claves: la no discriminación entre los inversionistas nacionales y externos, y dar seguridad a las inversiones extranjeras de poder acogerse a un régimen de invariabilidad tributaria. Estudiar alternativas como esta, que en su minuto nos elevó como polo mundial de desarrollo minero, y considerando especialmente la actual situación de desempleo y altos precios, es un deber de responsabilidad pública, política y privada.
Tenemos una economía sólida porque en el pasado se generó la estabilidad y certeza que permitió que se materializaran enormes inversiones. Debemos aprender de aquella acertada experiencia a la luz de los desafíos presentes, estableciendo buenas políticas para que Chile sea la capital de la minería sustentable, y no matar a la “gallina de los huevos de cobre” cuando esta tiene resultados excepcionales que podrían mejorar la calidad de vida de las futuras generaciones.