Amigo del Presidente
SEÑOR DIRECTOR:
La confirmación de un ya cuestionado Javier Velasco como embajador de Chile en España, tras una tercera “llamada de atención” consecutiva del Presidente Boric y del Canciller Van Klaveren, es una clara demostración de que el criterio del “amiguismo” en el nombramiento de embajadores políticos atenta contra los intereses nacionales y afecta la imagen de nuestro país en el exterior.
Primero, una foto indecorosa y luego, sendas declaraciones desafortunadas de este operador político, sin que se le exija al final su responsabilidad en el ejercicio de sus funciones, son indicativas de que al gobierno le da lo mismo el buen o mal comportamiento de sus funcionarios de confianza. Total, no están en sus cargos por mérito ni experiencia. Muy distinto hubiese sido el caso de un embajador de carrera, quien hace rato habría sido sometido a un sumario y sacado de sus funciones. Pero no, como él es amigo del Presidente, se le aplica “borrón y cuenta nueva”.
Sin embargo, el tema de fondo no es tanto si le perdonan o no sus errores, sino el hecho de que el referido personero quedará, en lo sucesivo, desautorizado y debilitado ante las autoridades y el empresariado español, así como ante el cuerpo diplomático acreditado en Madrid. Peor aún, la opinión pública internacional, ante este y otros casos similares, se va formando la idea de que la diplomacia chilena pierde, a ritmo vertiginoso, el buen prestigio forjado durante más de un siglo y medio de accionar en diversos ámbitos del quehacer internacional.
Al insistir en mantener en su cargo a Velasco, el Presidente no solo descoloca una vez más a su Canciller (jefe directo del susodicho), sino que reitera su confusión entre lo que es su potestad constitucional como conductor de la política exterior y el ejercer -como Presidente- una visión esencialmente personalista y militante de las relaciones exteriores.
Javier Velasco debió haber aprendido ya, a estas alturas, que él no es un comentarista nacional o internacional privilegiado, sino un funcionario del Ministerio de RR.EE. Él no se representa así mismo, ni al Frente Amplio o a Convergencia Social, ni siquiera al gobierno de turno, sino a todo el país. Por lo tanto, no se puede dar el lujo de ser un embajador díscolo por la mera razón de ser “un amigo del Presidente”.
Juan Salazar Sparks
Embajador (r) y editor de OpinionGlobal
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