Anécdota con Luca de Tena

SEÑOR DIRECTOR:
A propósito de la película “Los renglones torcidos de Dios”, que se da en Netflix, quiero relatar una anécdota.
En 1975 viajé a México para reunirme con Torcuato Luca de Tena a fin de que firmara un contrato de edición para la Editorial Andrés Bello, donde yo trabajaba. Me invitó a almorzar. Me contó que para escribir Los Renglones Torcidos de Dios, que se refiere a la vida en un manicomio, él mismo se internó en un manicomio. Solo el director sabía que Luca de Tena era escritor y no estaba loco. Quería conocer desde dentro la vida de los internos. Estaría una semana. A los dos días enfermó el director. Torcuato se acercó al reemplazante y muy en reserva le dijo que era escritor, que no estaba loco y no le pusiera los calmantes que se le inyectaban a los internos. El subdirector lo miró y le dijo: “Mire señor, no se preocupe. Aquí no hay ningún loco. Hay emperadores, generales, reyes y escritores como usted. Pero igual lo vamos a inyectar”. Y lo inyectaron. Me dijo: “Sufrí mucho, pero resultó una buena novela”. Lástima no esté vivo para saber que se llevó al cine.
Maximiano Errázuriz Eguiguren
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