Ante el Covid-19, ahora más que nunca, un llamado a la tranquilidad y a la acción
En relación al Coronavirus, cada día que pasa, es más perentorio insistir en llamar a la tranquilidad y a la acción. En tiempos de incertidumbre y de pérdida de credibilidad en las instituciones y las autoridades, es esencial podamos tener la certeza de que se están tomando las medidas necesarias. Por eso, es tan importante que liderazgos como el de los alcaldes, el del colegio médico y del gobierno, extremen generosamente la capacidad de escucharse, dialogar y concordar líneas de acción, sólo así, podremos lograr mejorar la respuesta de la ciudadanía. Afortunadamente, podemos estar orgullosos de nuestros epidemiólogos, infectólogos y salubristas quienes tienen la experiencia y la experticia para orientar adecuadas políticas públicas. Para ello, es clave que todos –gobernantes y gobernados– escuchemos a nuestros expertos y actuemos tal cual ha sido nuestra historia: mancomunadamente siguiendo sus recomendaciones.
Ante las cifras crecientes de contagiados y fallecidos, será dificil, pero más urgente es mantener la tranquilidad. Tranquilidad es lo contrario a la pasividad o la indolencia. Tranquilidad es la sabiduría de no hacer cosas a “tontas y a locas” que nos generan más riesgo que seguridad. Tranquilidad es conociendo y escuchando a nuestras emociones, colocarnos en acción de manera disciplinada y comunitaria. El pánico nos empuja a hacer cosas individuales del tipo “salvese quien pueda”, la tranquilidad, nos llama a actuar en conjunto racional y solidariamente, al entender que en salud nos necesitamos todos para cuidarnos, ya que la conducta imprudente o indolente de unos afectan a todos.
Lo que viene no es equivalente a una carrera de velocidad, sino a una de resistencia. En que cada día tendrá su afán, en que deberemos irnos adaptando a contextos cada día más restrictivos, con noticias que nos generarán legítima angustia, dada la “epidemia” paralela de exceso de información y por la posibilidad cierta de ver enfermar a personas cercanas y queridas.
Para lograr ciudadanos que contribuyan disciplinada, organizada y solidariamente a enfrentar esta pandemia, necesitamos con creciente urgencia que nuestros lideres nos den certezas y generen tranquilidad. Hoy tenemos el derecho de exigirles depongan actitudes que no contribuyan a ello. Nuestros líderes son quienes tienen la primera responsabilidad, no en las palabras, sino en los hechos y actitudes, de trasmitir capacidad de actuar mancomunadamente. En Chile nadie sobra y nos tenemos que cuidar entre todos. Ante estas amenazas, se vuelve a probar que la salud es una tarea común.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.