Aprendizajes en pandemia
Por Carmen Sotomayor y Gabriela Osorio. Instituto de Estudios Avanzados en Educación. U. de Chile
Recientemente se dieron a conocer los resultados de las pruebas “Diagnóstico Integral de los Aprendizajes”- DIA. Se trata de una evaluación diagnóstica aplicada a inicios de este año por la Agencia de Calidad de la Educación, que buscó medir los aprendizajes alcanzados por estudiantes de educación básica y media en lectura y matemáticas durante 2020. Los resultados informan de bajos de niveles de logro en ambas áreas, particularmente en estudiantes de enseñanza media, con resultados que, de convertirse a una calificación, serían inferiores a nota 4,0. Esta situación si bien es sorprendente, no deja de ser esperable.
Intentemos buscar una explicación para los resultados de enseñanza media -los más afectados-, según lo que hemos podido observar y compartir con docentes de este nivel de enseñanza.
Primero, el componente socioemocional de los estudiantes se ha visto severamente afectado según ellos mismos reportan. Ya sea por problemas de trabajo de sus familiares, decesos de personas cercanas o, simplemente, por el hecho de permanecer en casa y ver restringidas sus relaciones sociales. Sabido es que el manejo de las emociones facilita o dificulta los procesos de aprendizaje.
Segundo, estudiar desde las casas de forma remota no es nada fácil. Las brechas socioeconómicas de los estudiantes y las escuelas se traducen en diversos niveles de conectividad: desde conectividad cero hasta conectividad alta. Sin duda, esto repercute en sus experiencias de aprendizaje. Aquellos que poseen conectividad pueden participar de las clases sincrónicas , es decir, pueden formar parte de un aula virtual, e interactuar (al menos, en principio) con sus pares y profesores. En cambio, para aquellos que no poseen conectividad, la socialización disminuye y los textos, guías y tareas asincrónicas son los únicos recursos e instancias de aprendizaje. Para los que están en una posición intermedia, la estabilidad de la señal juega un rol clave. Si esta es inestable, no hay puntualidad en el ingreso a clases ni tampoco está asegurada la permanencia de los estudiantes durante las sesiones. Durante gran parte de la clase, los profesores están admitiendo ingresos a la clase virtual de sus estudiantes.
Las clases en línea entregan la posibilidad de que los alumnos enciendan sus cámaras. Sin embargo, un alto porcentaje de ellos no lo hace. Apagar la cámara es una manera de proteger la privacidad de sus hogares. Aunque la clase sea sincrónica, no se debe olvidar que se está realizando en un ambiente que no ha sido pensado para esto, pues los estudiantes están en sus casas, donde cumplen distintos roles (cuidado de hermanos, labores domésticas, etc.). Además, desde una perspectiva práctica, cuando los cursos son numerosos y/o la señal no es estable, apagarlas es la mejor opción. El porcentaje de participación en clases vía micrófono también suele ser bajo. Se hace difícil para los profesores monitorear el trabajo de los alumnos cuando no es posible ver qué están haciendo o escuchar qué piensan u opinan. El chat se ocupa principalmente como medio de interacción entre estudiantes. La comunicación se hace en un registro informal y muchas veces va en paralelo a lo que se realiza en la clase. Además, es frecuente que los estudiantes comenten sobre sus experiencias en pandemia (situación familiar, mascotas, necesidad de hacer ejercicio, etc.). La clase es el momento donde puedan hablar con otros. Los profesores atienden a estas inquietudes, e intentan darles una estabilidad socioemocional a sus alumnos.
Los profesores, además de preparar material para la enseñanza, deben monitorear continuamente el proceso y estado anímico de sus estudiantes. Esto se hace por celular (por él también se envían tareas y recursos de aprendizaje, en algunos casos), en el transcurso del día, sin horario fijo, sino más bien adaptándose a la disponibilidad de las familias. Como consecuencia, los límites de la vida privada y laboral de los profesores son cada vez más difusos. Las horas no lectivas de los docentes se han visto muy afectadas producto de la pandemia. Planifican sobre la marcha. Gran parte del día están haciendo seguimiento a sus estudiantes y respondiendo mensajes o correos electrónicos. Esa es la nueva realidad de las escuelas.
En suma, la “nueva normalidad” antes descrita impacta en la realización fluida de las clases y en los procesos de enseñanza-aprendizaje. El esquema ideal de clases se diluye cuando el espacio es modificado. Los estudiantes están en sus hogares, donde cumplen distintos roles. La clase ya no es lo único a lo que deben atender. Junto con eso, el personal administrativo y docente del colegio está sobrepasado y, sin duda, también está socioemocionalmente afectado.
No es de extrañar, entonces, que los aprendizajes en lectura y matemática del 2020 estén descendidos; es lo esperable en un contexto como el que hemos descrito. Más bien habría que mirar el lado bueno de las cosas. Pese a todo, los profesores se han esforzado al máximo por mantener el vínculo con sus alumnos mediante tecnologías que antes desconocían y los alumnos han valorado el rol de su colegio. Los directivos se han esmerado por mantener vivas y coordinadas a sus comunidades escolares, buscando estrategias para enfrentar esta situación inédita. Las autoridades también se han adaptado, estableciendo objetivos de aprendizaje prioritarios y ofreciendo ayudas didácticas mediante plataformas tecnológicas.
Estos también son aprendizajes fundamentales que nos deja la pandemia.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.