Apruebo en octubre

Dos personas caminan frente a un rayado aludiendo el plebiscito por una nueva constituci—n durante el primer d’a sin cuarenta en la comuna de ñuñoa


Por Elisa Walker, abogada

De a poco se va controlando el Covid y de a poco empezamos a retomar conversaciones que habían quedado postergadas. Una de las que vuelve con fuerza es la del proceso constituyente.

Vemos al Servel estudiando medidas para hacer plausible que el 25 de octubre todos nos acerquemos a votar en el plebiscito por una nueva Constitución. No es aventurero afirmar que la crisis sanitaria va a seguir presente y que probablemente nos acompañará durante el próximo año. Por lo mismo, las medidas sanitarias que se estrenarán en el plebiscito probablemente también deberán adoptarse el 19 de noviembre cuando se hagan las primarias de alcaldes y el 11 de abril del 2021 cuando se elijan alcaldes, concejales, gobernadores y -espero- constituyentes. En otras palabras, la crisis sanitaria no puede paralizar la democracia y el plebiscito será un desafío más de los que ésta ya ha enfrentado. Por ejemplo, vemos las adecuaciones hechas por el Poder Judicial y el Congreso Nacional para seguir funcionando a pesar de la crisis.

Las conversaciones sobre el proceso constituyente también se han retomado a raíz de la discusión legislativa que se dio en el Congreso Nacional por la aprobación del retiro del 10% de los fondos de las cuentas de capitalización individual en las AFP. Se ha discutido sobre el respeto de los quórums de votación, de las iniciativas exclusivas del Presidente de la República, del uso de las normas transitorias como legítimo mecanismo para aprobar una medida excepcional de apoyo a la clase media o un resquicio para saltarse las normas constitucionales. También se ha debatido si el retiro del 10% era la mejor forma de dar apoyo a la clase media o si existían otros mecanismos más eficientes y focalizados. O si la discusión de fondo era darle apoyo a las clases medias o aprovechar de generar un cambio en el sistema de pensiones. La forma en que se desarrolló este debate llevó a algunas personas, incluidos parlamentarios, a señalar públicamente que esta experiencia los llevó a cambiar de opinión y apoyar el rechazo a una nueva Constitución.

La discusión sobre el 10% tuvo luces y sombras, pero quiero enfocarme en el giro hacia el rechazo. La gran pregunta que surge es: ¿qué es lo que se puede lograr apoyando el rechazo? Si hay algo que podemos aprender de la postergada discusión sobre pensiones y también de la crisis que estamos viviendo en La Araucanía, es que para que un país tenga estabilidad es fundamental hacerse cargo de los problemas que le afectan y que obviar las discusiones no es una solución a las mismas. Muy por el contrario, evitar estos debates es una respuesta defectuosa que muchas veces aumenta el conflicto y polariza las posiciones.

Recogiendo los miedos (legítimos de muchos) y preocupados por el futuro, la estabilidad política y económica del país, creo que la respuesta a la crisis es ir a votar por el apruebo en octubre y hacer un esfuerzo honesto entre todos para construir las bases comunes que definan al Chile de los próximos años mediante la creación de una nueva Constitución. Tenemos que convencernos de nuestra capacidad de darle conducción política a los problemas del país. Postergar las discusiones no mejora las cosas. Aprendamos de nuestros errores y hagamos del proceso constituyente una experiencia de debate nacional.