Autonomía del Banco Central y legado
Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo
Mario Marcel renunció a su cargo de presidente del Banco Central a partir del 27 de enero para asumir como ministro de Hacienda del próximo gobierno de Gabriel Boric. Corresponde al Presidente Piñera, de acuerdo a la ley orgánica del Banco Central, nombrar a su reemplazante de entre los consejeros en ejercicio.
Extrañamente, tanto desde el entorno del presidente electo como del Presidente Piñera se ha dado a entender que este sería un nombramiento fruto de conversaciones entre ambos. Parlamentarios y dirigentes de los partidos de Chile Vamos y destacados economistas han manifestado su disconformidad con estas conversaciones y la demora en efectuar este nombramiento, teniendo en cuenta que la consejera Rosanna Costa cumple con creces los requisitos para asumir esta importante responsabilidad.
Sin embargo, los méritos de Rosanna Costa y la forma en que ha desempeñado funciones públicas al servicio de Chile no son, a mi juicio, la razón principal para reprochar esta dilación en la designación de quien estará a la cabeza del instituto emisor.
La autonomía del Banco Central ha sido determinante en la sólida posición económica que exhibe nuestro país. El control de la inflación, que hace posible la mantención del poder adquisitivo de la moneda y evita el deterioro de los ingresos reales, depende críticamente de la libertad con que el Banco Central cumple su mandato constitucional, sin interferencias ni dependencias de las autoridades del gobierno de turno. La arquitectura de la autonomía del Banco Central descansa justamente en el hecho que el gobierno que conduce la política económica no puede contar con que los consejeros del Banco Central, y en particular su presidente, obedezcan a los dictados que emanan de las oficinas de Teatinos 120.
Así, ha sido frecuente la situación en que el Presidente de la República y su ministro de Hacienda deben convivir con un presidente del Banco Central nombrado por el Mandatario anterior.
La intervención del presidente electo en el nombramiento del nuevo presidente del instituto emisor es en consecuencia una situación impropia, no contemplada en la institucionalidad justamente porque atenta directamente contra la autonomía del Banco Central. Atenta además contra la transparencia, porque no se entiende qué se podría estar negociando en una conversación que debe llegar a un consenso. Quienes han criticado acuerdos políticos legítimos, que han denominado “cocina”, no debieran en este caso propiciarlos.
La demora en este nombramiento no debe prolongarse. Se le ha reprochado al Presidente Piñera, justa o injustamente, no ejercer sus atribuciones en cuestiones tan importantes como la mantención del orden público o el respeto a la Constitución. Agregar a ese catálogo el fin de la autonomía del Banco Central sería lamentable.
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