Ballenas y colisiones
SEÑOR DIRECTOR
En las últimas semanas, los especialistas en mamíferos marinos de Chile hemos sido testigos de tres varamientos de grandes ballenas: una ballena de Bryde en Mejillones, una ballena azul en las costas de Chiloé y una ballena jorobada en las cercanías de Punta Arenas. Según las necropsias, la causa más probable de muerte fue el choque con embarcaciones. Estos hechos son cada vez más frecuentes. En los últimos 10 años se han registrado al menos 40 casos de muertes o heridas a grandes ballenas asociadas a la interacción con embarcaciones.
El efecto del tráfico de embarcaciones en estas especies vulnerables es conocido: cambios de distribución espacial, pérdida de espacio de comunicación, aumento en niveles de cortisol (hormona del estrés) y, en los casos más severos, muerte por colisión, en donde algunos cadáveres llegan a varar en nuestras costas. Los varamientos son solo la punta del iceberg: estudios han demostrado que un porcentaje menor de ballenas muertas por colisión varan. La mayoría flota mar adentro y/o se hunde, y no entran en las estadísticas.
La situación es urgente. Existen medidas para reducir colisiones letales a ballenas, como la planificación de rutas de navegación, la reducción de velocidad y sistemas de alerta en tiempo real.
Llamamos al cumplimiento de la regulación ambiental, con líneas de base y evaluación de impactos rigurosos, y que se protejan los espacios clave para los cetáceos, como exige la Ley de Protección de Cetáceos.
Además de majestuosas en sí mismas, se trata de especies clave para mantener los ecosistemas marinos y para las comunidades costeras que viven del turismo de avistamiento.
Frederick Toro
Susannah Buchan
Walter Sielfeld
Ana García Cigarra
En representación de la Sociedad Chilena de Especialistas en Mamíferos Marinos