Bernardino Piñera, el último obispo (1915-2020)

BERNARDINO-PIÑERA


Por Alejandro San Francisco, académico Universidad San Sebastián y P. Universidad Católica de Chile; director de Formación del Instituto Res Publica

Este 21 de junio de 2020 ha muerto Bernardino Piñera Carvallo, quien había nacido el 22 de septiembre de 1915. Una vida larga, como sacerdote de la Iglesia Católica, que a esta altura lo tenía como el obispo más antiguo del mundo y el que había sido designado hace más tiempo.

Perteneció, como él mismo lo declaró en alguna oportunidad, a la generación de la década de 1930, que Mario Góngora calificaba como decisiva en el devenir del siglo XX y en la ruptura con el siglo XIX. Después de ingresar a estudiar Medicina a la Universidad Católica en 1933, Piñera perteneció a la Liga Social y a la ANEC, dos instituciones de renovación del pensamiento católico, que impregnaban no solo con la formación doctrinal, sino también con una especial preocupación social, en momentos en que se vivía una crisis del liberalismo e irrumpían corrientes alternativas y contradictorias desde los más diversos sectores ideológicos. La formación religiosa que recibió en aquellos años le permitió conocer un mundo nuevo, distinta de la enseñanza que había recibido en el Liceo Janson de París, donde se educó en sus primeros años.

Según señala en sus breves recuerdos titulados “Presencia de una generación”, quien había invitado a los jóvenes de primer año universitario a la ANEC fue Manuel Antonio Garretón Walker, quien había sucedido a Eduardo Frei Montalva en la presidencia de la Asociación. Ambos serían pronto líderes de la naciente Falange Nacional, mientras Piñera, quien también fue Presidente de la ANEC en 1937, abrazaría el sacerdocio. Sin embargo, como me comentó en una entrevista que le hice hace algunos años, en líneas gruesas él seguía identificado con el pensamiento social cristiano que asumió entonces la Falange y posteriormente a la Democracia Cristiana.

Fue un sacerdote preparado e inteligente, que no estuvo libre de polémicas; trabajó durante sus primeros años en la Acción Católica y en la Universidad Católica de Chile. Asumió posteriormente como obispo de Temuco en 1960, es decir, poco antes de la reunión del Concilio, en el cual participó, que le interesó especialmente y sobre el cual escribió un pequeño libro, ¿Qué fue el Concilio Vaticano II? (Ediciones Paulinas, 1966). En ese texto destacaba: “Un cambio de mentalidad se ha producido en el Episcopado del mundo entero. La Iglesia ha adquirido una nueva conciencia de sí misma y ha adoptado una nueva actitud frente al mundo”.

Desde entonces le correspondió coexistir con más de una decena de gobiernos, y fue parte de quienes firmaron algunos documentos importantes del Episcopado: El deber social y político de la hora presente (1962); Chile, voluntad de ser (1968) y La paz en Chile tiene un precio (1973). Siguió algunos años en Temuco y luego fue designado como Arzobispo de La Serena (1983), fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal y asumió el liderazgo en la organización de la visita del Papa Juan Pablo II a Chile. Fue un tiempo difícil y con tensiones habituales con el gobierno de Pinochet, especialmente por el tema de los derechos humanos. Y monseñor Piñera era el último obispo vivo de aquellas décadas de 1960 a 1980, especialmente críticas y decisivas en la historia nacional.

Aunque se definía simplemente como un pastor, su actividad tuvo una connotación más amplia que lo meramente eclesial. Su biografía se puede seguir parcialmente en la entrevista realizada por Álvaro Góngora y Marcela Aguilar, Un obispo en tiempos de cambio. Conversaciones con Monseñor Bernardino Piñera (Ediciones Universidad Finis Terrae, 2011), que muestra una figura interesante y polifacética, atenta al devenir de Chile y a las complejidades de la época que le correspondió vivir, con divisiones profundas en la sociedad. Después de 1990 estuvo dedicado a la lectura, a escribir algunas cosas y a la oración. Publicó en este tiempo La oferta de la fe (Editorial Los Andes, 2000), y Estar con él (CECh, 2012), donde privilegia acercarse a los Evangelios, como “fuente inagotable para el conocimiento de Cristo y de nuestra conversación con Él”, según señaló al momento de su publicación (El Mercurio, 4 de noviembre de 2012).

Figuras como Bernardino Piñera, que vivieron más de un siglo y han tenido gran relevancia en la vida nacional, permiten estudiarlos y conocerlos para comprender mejor su tiempo histórico. Incluso en los problemas y acusaciones que recibió al final de su vida, respecto de un eventual abuso que habría cometido, también aparece parte de la historia reciente de la Iglesia Católica en Chile –en otros tiempos muy influyente socialmente, después más opaca–, así como la trayectoria del país en su conjunto. Como en sus libros, conferencias, entrevistas y conversaciones, que desde hoy son parte de la historia.