Opinión

Bienvenidos a una nueva era proteccionista

Qué aranceles impuso Donald Trump a Chile y el resto de los países en Latinoamérica. Foto: AP.

Desde Washington se ha encendido una señal de alarma para el mundo del comercio global. El Presidente Donald Trump anunció lo que él llamó el “Día de la Liberación”: una nueva política arancelaria que impone un arancel base del 10% a todos los países exportadores a Estados Unidos, y tarifas más altas —de hasta 46%— a quienes considera “actores desleales”. Chile, a pesar de tener un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE.UU. desde 2004, no quedó exento: enfrenta ahora un arancel del 10% sobre todas sus exportaciones, retrocediendo parte de los beneficios del acuerdo.

La lógica de Trump parte de una premisa clara: que Estados Unidos ha sido víctima de décadas de prácticas comerciales injustas por parte de sus socios, cobrando aranceles y aplicando barreras no arancelarias más altos a productos estadounidenses. Su fórmula fue simple pero polémica: sumar tarifas y trabas de cada país contra EE.UU., dividir el total por la mitad, y aplicar ese número como tarifa “recíproca”.

Pero el golpe para Chile no es solo simbólico. Desde la firma del TLC, el comercio bilateral ha crecido más de 450%, y Chile se ha posicionado como el principal proveedor de cobre refinado a Estados Unidos (41% de las importaciones estadounidenses en 2024). Aunque el cobre fue exento del arancel en esta primera ronda, el ambiente ha cambiado drásticamente. La amenaza arancelaria sigue viva, y el solo hecho de que se considere un arancel adicional del 20% sobre el cobre chileno introduce una incertidumbre significativa en el corazón de nuestra relación económica.

Este viraje proteccionista también repercute en otros sectores chilenos integrados a cadenas globales: agroindustria, forestal, vinos y salmonicultura. No se trata únicamente de acceso directo al mercado estadounidense, sino del efecto dominó de un orden comercial que se vuelve menos predecible, menos multilateral y más transaccional.

Los mercados ya han reaccionado, con caídas en las bolsas y depreciación del dólar. Los Inversionistas han huido hacia activos seguros como el oro, bonos y el franco suizo. Este comportamiento refleja un juicio implícito: el mundo percibe los aranceles como un paso hacia más inflación, más incertidumbre y, posiblemente, una recesión global. Y para Chile, que ha construido su modelo de desarrollo sobre una red de más de 30 tratados comerciales y una política exterior abierta, el golpe puede sentirse más fuerte que en otras partes.

Chile, uno de los países más comprometidos con el libre comercio a nivel global, enfrenta ahora un contexto internacional que se aleja de las reglas que históricamente lo beneficiaron. Lo que está en juego no es solo el acceso a un mercado, sino el principio de un orden multilateral basado en normas. Si ese orden colapsa, los países medianos y abiertos como Chile corren el mayor riesgo de quedar marginados en un mundo cada vez más fragmentado y dirigido por cálculos de poder, no por eficiencia económica.

La nueva “era proteccionista” que anuncia Trump no solo es un desafío para Estados Unidos, sino una prueba crítica para socios estratégicos como Chile.

Por Carl Meacham, Senior Representative de Azerta en Estados Unidos y ex asesor del senado norteamericano

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