Boric y el pantano

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Por Sergio Muñoz Riveros, analista político

El problema mayor que enfrentará Gabriel Boric al asumir la Presidencia se relaciona con su nebulosa visión sobre un asunto crucial: el deber de sostener la legalidad vigente sin ninguna clase de ambigüedades, lo cual se vincula necesariamente con el uso de la fuerza del Estado para asegurar la eficacia del derecho. Si tiene dudas sobre ese punto, quiere decir que se equivocó de oficio, y que está en riesgo la viabilidad de su gobierno.

Al afirmar que no renovará el estado de emergencia en La Araucanía y el Biobío, donde hubo cuatro asesinatos la semana pasada, ejecutados por pistoleros encapuchados, Boric ha dado la peor señal respecto de la pesadilla que viven los compatriotas de esa extensa zona, azotada hace demasiado tiempo por grupos que encubren sus actos criminales con la bandera mapuche. Sobre lo que pasa en el sur, Izkia Siches, futura ministra del Interior, dijo en T13: “Entendemos que la paz requiere una nueva perspectiva en materia de territorio, en materia de reivindicaciones, en materia de autodeterminación de nuestras primeras naciones, pero no es algo que dependa solo del gobierno”. ¿Y cuántas primeras naciones existen en Chile, ministra? ¿A qué se refiere con eso de la autodeterminación? ¿Es que las leyes chilenas dejarán de aplicarse en ciertas zonas, siguiendo el modelo de Temucuicui? ¿Acaso el nuevo gobierno avalará la aventura de crear entidades autónomas a lo largo del territorio nacional, o aceptará la ejecución de un plan abiertamente separatista?

No sabemos cuánto han reflexionado Boric, la ministra del Interior o la ministra de Defensa sobre las implicancias del cuestionamiento de la unidad nacional y la integridad del territorio, pero dan la impresión de que muy poco. Poco antes de la primera vuelta, Boric hablaba de “autodeterminación del pueblo nación mapuche”, y no sabemos si ya no piensa así. Por su lado, Siches ha dicho que en esta materia el gobierno estará pendiente de lo que resuelva la Convención, donde sigue avanzando la embriaguez refundacional: plurinacionalidad, territorios autónomos, cuotas de raza en todos los órganos de poder, etc.

Boric debe definir urgentemente qué tipo de relación desea establecer con las FF.AA., Carabineros y la PDI, que tienen un mandato que no pueden dejar de cumplir sin que corra peligro toda la institucionalidad. No conoce ese mundo, y tampoco lo conocen Izkia Siches ni Maya Fernández. Y sucede que el interés nacional exige establecer vínculos de elemental confianza para enfrentar el avance del narcotráfico, la evidencia de que el crimen organizado internacional ha penetrado en nuestro país, la amenaza de las tribus anarco/octubristas y, por supuesto, el desafío de las organizaciones terroristas en el sur. Respecto de la paz y la seguridad de la nación, son ineludibles las obligaciones de quienes empezarán a gobernar el 11 de marzo. No cumplirlas implica caminar hacia el pantano.

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