¿Cambiar para que nada cambie?
SEÑOR DIRECTOR:
“Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. Es inevitable pensar en la frase de El Gatopardo de Lampedusa tras conocer la configuración del cambio de gabinete realizado por el Presidente Boric este miércoles. Enroques entre ministerios y subsecretarías, premios de consuelo a exconvencionales y designaciones de figuras que incentivaron el clima octubrista y que han insultado a nuestra fuerza pública son el reflejo de que hay un mensaje que aún no es entendido por el gobierno.
Cuando enfrentamos una modificación de equipos, no se trata solo de jugar a la silla musical ni de pagar favores políticos para congraciarse con el 30% que aprueba nuestra gestión, sino que de enviar señales de un giro de timón, de coherencia y visión estratégica en la selección de los nuevos integrantes, esperando que los nombramientos estén basados en la experiencia y competencia en áreas relevantes.
Lo que vimos este miércoles busca dar la apariencia de un cambio. Sin embargo, no se modifican las líneas centrales en la conducción y en la manera de poder abordar estas reformas profundamente ideológicas que son rechazadas por gran parte del país. Tampoco se ve cómo este elenco pueda hacerse cargo de la crisis de corrupción que estamos viviendo, con figuras con poca experiencia llegando a algunos de los ministerios más cuestionados.
En las próximas semanas, el gobierno tiene la oportunidad de mostrar que sí ha escuchado la voz de los ciudadanos. Acciones concretas de transparencia en relación al “caso convenios”, una verdadera negociación de buena fe para lograr la reforma en pensiones y un impulso decidido a la agenda de seguridad en el Congreso son tres puntos de partida. Recién ahí se podrá sentir que hay más que gatopardismo en esta insuficiente modificación ministerial.
Andrés Longton
Diputado
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