¿Cambió la Paz?
Desde el estallido social y la toma de conciencia de todas aquellas demandas sociales que requieren ser atendidas en conjunto por nuestra sociedad para avanzar hacia una comunidad más justa y humana, estamos también en medio de una discusión sobre cómo frenar la violencia que se abrió espacio y construir un país en paz.
Hasta el 18 de octubre, creíamos tener un país medianamente justo y unido, creíamos vivir en paz y creíamos tener claridad acerca del concepto de la palabra "paz". Entonces, hoy parece que todo sólo era una ilusión. Hemos vivido un sin número de episodios y actos de violencia clara, abierta e injustificada, tanto por parte de grupos de manifestantes exaltados como de las propias fuerzas de orden y seguridad. Como país hemos alcanzado niveles de violencia masificados y desconocidos en años, a tal punto que se habla de una violencia institucionalizada. Paralelamente, se ha instalado el lema "Sin justicia social, no hay paz." Hay voces que expresan: Vivíamos en una ilusión de paz muy próxima y familiar, y resulta que ahora la paz está más lejos que nunca.
Ante ello, cabe preguntarse, ¿qué sucedió con nuestra ilusión y conciencia de paz? ¿No entendemos, y tal vez nunca hemos entendido su significado? ¿O tal vez ha cambiado el concepto?
La Real Academia Española (RAE) define a la paz como una "situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países", y "la relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos". La paz va mucho más allá aparentemente, de una ausencia de violencia física y psíquica, o de un estado de guerra. La paz hoy en día se declara como íntimamente ligada a la justicia y a una equidad social. Por otro lado, sabemos que en nuestro planeta tierra los conceptos de justicia, equidad e igualdad, nunca se alcanzan en un sentido absoluto y perfecto. En otras palabras, en la convivencia humana nunca existirá total ausencia de injusticias, inequidades y desigualdades; se trata de valores absolutos, ideales y objetivos inalcanzables. Por consiguiente, podríamos concluir que al no cumplirse estos niveles utópicos, no podremos jamás aspirar a una paz verdadera. Y en definitiva, como toda convivencia adolece de estas imperfecciones propias del ser humano, la paz simplemente no existe, ni existe sociedad ni país que vive en paz. Sin embargo, creemos que el razonamiento y las exigencias sociales no se pueden llevar a este extremo inalcanzable.
Está claro que esta crisis nos sacude y en ese sentido es válido analizar cómo recuperar la paz y generar un país en el cual existe una convivencia en paz de sus ciudadanos. Esto nos exige construir una cultura de paz en Chile. Tenemos que tomar conciencia de la violencia diaria que contamina nuestras vidas, sea en las relaciones con las demás personas, en el tránsito, en la internet y redes sociales, en la televisión, en el uso del lenguaje. Aportemos cada uno de nosotros un grano de arena a la paz nacional: condenemos claramente y sin excepción todo tipo de violencia, pongamos en práctica el buen trato con el prójimo, abstengámonos de conductas que impliquen violencia verbal y física, no consumamos ni difundamos contenidos mediales que entronan la violencia como una solución de conflictos, ni tampoco respondamos violencia con contra violencia. En suma, vivamos con valores, éstos protegen la dignidad del ser humano y constituyen la base de la comunidad.
La paz depende de nosotros y nuestros avances individuales en lo valórico, irán construyendo el consenso como sociedad, que permitirá responder la pregunta: ¿En qué momento alcanzaremos la suficiente justicia social para poder hablar de un Chile en paz?
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