Cambio social para la inclusión

Inclusion


Esta columna fue escrita junto a Juan Barrientos Maturana, SmartCityLab Usach.

En los meses anteriores a la realización de la Teletón, se hizo visible lo que el resto del año fue invisible. Nos hicimos conscientes de las personas con capacidades diferentes y del imperativo de avanzar en la igualdad de oportunidades. En Chile, según el SENADIS, en el año 2015 había 2.836.818 personas con algún grado de discapacidad, pero ¿cuáles son las condiciones que necesitan? ¿Solamente bastan los donativos y la solidaridad? Estos valorados sentimientos de colaboración y unión social son muchas veces temporales, estimulados por el show televisivo que nos une para "cumplir la meta". Luego, "nos vemos" el próximo año. 

Creemos que se necesita ir más allá y la ONU nos ayuda en ello. El año 2006 el organismo internacional definía a la discapacidad como: "… un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás". Se debe apuntar a eliminar barreras para lograr una mayor inclusión. Las principales barreras físicas son nuestras propias ciudades, que no son nada amigables con los discapacitados. Podemos ver, sin embargo, un creciente intento por hacer de los espacios urbanos lugares inclusivos. Lo vemos, por ejemplo, en veredas por  donde pueden circular las sillas de ruedas, semáforos con sonidos, edificios con rampas y en los últimos años el Metro ha hecho un gran esfuerzo para incorporar ascensores en aquellas estaciones en las cuales las personas discapacitadas no podían acceder. El paradigma de ciudades inteligentes avanza en ese sentido.

La otra barrera es la actitud social frente a la discapacidad que, a veces, impide que tengan una participación plena y efectiva en nuestra sociedad. ¿Cómo hacemos un juego equitativo? En este caso, en pleno siglo XXI, tenemos la tecnología suficiente para igualar la cancha, no solo con las barreras del entorno físico, sino también con la generación de empleos a los cuales tengan acceso, logrando una mayor libertad y autonomía. La ONU, en el año 2015, alertaba que el 80% de las personas con discapacidad en el mundo viven bajo el umbral de la pobreza.

Las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones (TIC) permiten a las personas con discapacidad desempeñarse en puestos de trabajo en los que hace años estaban prácticamente excluidos. Estas adaptaciones tecnológicas mitigan las dificultades derivadas de la movilidad, la audición o la visión reducida, posibilitando que las personas con discapacidad utilicen todo su potencial cognitivo en el ámbito laboral. ¿Qué nos falta para revertir esta situación?

A modo de recordatorio, el 25 de agosto del 2008 en Chile se promulga el decreto 201 en que se adopta la convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad y su protocolo facultativo, en donde en sus principios generales estan los valores de no discriminacion, accecibilidad, igualdad de oportunidades, dignidad, respeto por las diferencias y diversidad, entre otros. También sería bueno fomentar  lo que indica el artículo 9 del mismo decreto asociado al Estado, en sus puntos g ("Promover el acceso de las personas con discapacidad a los nuevos sistemas y tecnologías de la información y las comunicaciones, incluida Internet"), y h ("Promover el diseño, el desarrollo, la producción y la distribución de sistemas y tecnologías de la información y las comunicaciones accesibles en una etapa temprana, a fin de que estos sistemas y tecnologías sean accesibles al menor costo"). Por ello, tras otro año de Teletón, debemos preguntarnos de qué manera la tecnología se vuelve un aliado que, después de 40 años de iniciada esta cruzada, nos promete ayudar a superar los más complejos casos de limitaciones físicas.

Podemos preguntarnos qué tan necesarias serán todas las habilidades físicas en un mundo social y laboral cada vez más cercano al uso de las redes a distancia, de un trabajo más intelectual y la cada vez menos imperativa necesidad del traslado físico. Hoy, gran parte de los servicios que recibimos en cualquiera de las áreas de la economía, no tienen ninguna relación con las habilidades físico motoras, sino más bien con un correcto uso de las tecnologías de la información, del uso de bases de datos, software, etc. Así, la sociedad del trabajo apunta de manera decidida a la digitalización de todos sus procesos. Celebremos que la tecnología ya nos permita dar a niños y niñas, que han nacido con capacidades físicas limitadas, la experiencia de caminar o recorrer el parque, de oír, de ver mejor, de jugar fútbol o simplemente ponerse de pie. Eso verdaderamente no tiene precio.

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