SEÑOR DIRECTOR:

La canción elegida por la organización del Festival de la Canción de Viña del Mar para representar a Chile hará que el evento pierda su carácter musical y adquiera uno de odio a la religión, en concreto, a Dios y a su palabra.

No es justo para los demás cantantes y conjuntos musicales, que se han preparado para participar en ese evento, pasar a segundo plano y ser obligados a hacerse parte de ese odio. Lo mismo se diga de todo el público que participe.

Pido a las autoridades que no transformen el Festival de la Canción de Viña del Mar en algo muy distinto, que, en lugar de unir a los chilenos, los divida. Una vez establecida esa “moda” (que ha hecho tristemente famosas a las Olimpiadas París 2024, relegando a segundo plano lo deportivo), será difícil devolver al festival su carácter original, a saber, “de la canción”. Será, más bien, decretar su fin.

Felipe Bacarreza Rodríguez

Obispo emérito de Santa María de los Ángeles