Opinión

Carabineros en crisis

Carabineros traslado

Chile tiene algunas características que nos hacen marginalmente diferentes del resto de nuestro sub continente, Carabineros ha sido una de esas particularidades. Una policía con disciplina militar, con un arraigo popular increíble -allí donde un Presidente va le piden un retén- y con una condición profesional que le asimila en muchos sentidos a las fuerzas armadas.

Pero en el último tiempo se ha dañado gravemente, la corrupción de un grupo de oficiales se extendió a una cantidad tan importante de funcionarios, se ejecutó por tanto tiempo y con tal impunidad, que es imposible sostener que es un hecho aislado; así también, la torpeza delictual de otros que, al parecer, habrían falseado pruebas para mostrar resultados en la Araucanía. En fin, la extensión de una cierta cultura de autarquía que llevó a algunos de sus mandos a perder conciencia de la subordinación efectiva, no solo formal, que deben a las autoridades constitucionales.

El gobierno entrante ha señalado, con razón, que se necesitan cambios profundos, volver a enfocarse en la prevensión, avanzar en la medición objetiva de sus resultados e incrementar significativamente los controles externos e internos. Todo esto es incuestionable, pero también se han alzado voces que llaman a terminar con su naturaleza militar, a suprimir del todo sus labores de investigación o a crear policías de tránsito.

Que Carabineros llegó a un punto límite y que se deben hacer reformas profundas es indudable, pero hay que tener cuidado con el entusiasmo reformista que surge al calor de las crisis. En una policía esencialmente preventiva la disciplina militar no es una característica desdeñable per se y en este caso ha sido históricamente la fuente de muchas más virtudes, que motivo de problemas. Es efectivo que las tareas de investigación se han extedido más allá de lo razonable, pero ello no ha sido por mero afán expansionista de sus mandos, sino por la confianza que se han ganado en las autoridades del sistema de justicia. Suprimirlas por completo sería un error, llevaría a prescindir de una enorme capacidad instalada y a eliminar un mecanismo esencial de control cruzado entre las policías, que es fundamental para cualquier órgano encargado de la persecución penal.

El proceso penal actual impone un estándar probatorio de país desarrollado, pero tenemos un sistema de policías que no cuenta con los recursos, con los procesos, con los incentivos, ni con los controles necesarios para proveer esa prueba de manera eficaz. Con todo, Carabineros es una institución que tiene un núcleo de cultura y tradiciones desde los cuales se puede hacer una reforma que la coloque a la altura que la sociedad demanda. Pero afectar ese núcleo sería un error, para decirlo en palabras de la sabiduría popular sería "rascar donde no pica".

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