Cárcel de alta seguridad
SEÑOR DIRECTOR:
A todas luces, se hace difícil de comprender la elección de Santiago centro como nuevo destino de una cárcel de alta seguridad.
Me gustaría suponer que hay una serie de motivos muy bien fundados para una decisión así, pues cuesta calzar un planteamiento con tantos cuestionamientos y dudas con la noble e ingenua voluntad de “hacer ciudad”. Las decisiones sobre las urbes son complejas y multivariables, hay que considerar los tejidos urbanos y sociales, los paisajes, la historia, las comunidades y tantas otras dimensiones.
Para intervenir los centros de las ciudades contemporáneas, se necesitan nuevas capacidades y horizontes de la arquitectura. Una cárcel en un centro metropolitano parece un contrasentido, pero puede ser una exigencia válida, aun cuando parezca claramente errónea. Invito a quienes tienen la responsabilidad de una intervención así a mirar ejemplos como el Centro Correccional Metropolitano de Chicago: una cárcel de alta seguridad contenida dentro de un rascacielos triangular que, incluso, regala una plaza a la ciudad, donde en sus manzanas aledañas hay comercio y la vida de la ciudad continúa, siendo incluso vecina a una línea de metro.
Fabián Barros Di Giammarino
Director del Laboratorio de Investigación Avanzada
Fac. de Arquitectura y Diseño, Universidad Finis Terrae
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.