Ceguera voluntaria
Por María de los Ángeles Fernández, Doctora en Ciencia Política
Si se elige la entrevista más polémica sobre lo que se acusa como intervencionismo del gobierno por su campaña informativa del plebiscito del 4 de septiembre, sin duda que la de Alejandra Matus en el programa “Pauta Libre” de La Red encabezaría cualquier ranking.
En ella afirmó que, si bien el Estado debe ser neutral, el gobierno tenía el derecho a tener una opinión. Tal disociación no resulta tan evidente. Si bien el Estado hace referencia a las instituciones permanentes y durables de un país, el gobierno se compone de las personas que están a su servicio, ejerciendo cargos a su interior. En todo caso, su visión sirve para constatar que el celo con que se aceleró en 2008 la solicitud de dimisión de una subsecretaria de Transporte por usar el vehículo oficial para fines lucrativos no está lejos de ser una anécdota.
Luego recordó que, en la publicidad del plebiscito de 1988, Pinochet aparecía en la campaña del “Sí”. ¿En serio vamos a considerar elecciones realizadas en dictadura como el estándar de los comicios de ahora y por venir?
Finalmente, retrató el momento que vive Chile como uno de quiebre frente al cual habría una disyuntiva: o profundizamos la democracia o sobreviene la anarquía.
Alternativas dicotómicas a problemas complejos como la esbozada por Matus, alimentadas recientemente por plebiscitos, ya Chile las vivió antes. Con relación a la década de los 60, Norbert Lechner recordaba cómo “la polarización política conlleva un disciplinamiento del debate intelectual al reducirlo a una mera justificación de posiciones dadas”.
Por otra parte, es legítima la reflexión acerca de si el texto constitucional profundiza efectivamente la democracia cuando se pondrían en jaque, a juicio de expertos, sus propios basamentos dado el descuido del efectivo balance de poderes o la falta de independencia del poder judicial, por ejemplo. En ese tenor, ya Lechner advertía que “las promesas incumplidas de la democracia nunca justifican el rechazo a la democracia formal”.
Dada la responsabilidad que reviste erigirse en referente de opinión que formula claves de interpretación de la sociedad y sus dilemas, cabe preguntarse cómo se juzgará a futuro ese papel en un Chile en transición constitucional e inserto en un mundo que enfrenta un péndulo antiliberal. Se trata de un rol no tan lejano al que jugaron intelectuales como el propio Lechner pensando, desde el autoritarismo, en cómo recuperar una política de tipo democrático.
Por lo pronto, se observan indicios de “ceguera voluntaria”, idea de Christian Jelen para graficar procesos de deformación, ocultamiento y mitificación de información, traducidos en una paradoja: se aspira a profundizar la democracia al tiempo que se soslayan (o menosprecian) aspectos críticos que evitarían su erosión.
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