Cero emisiones netas: una promesa billonaria que acentúa la crisis energética

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Por Bjorn Lomborg, presidente del Copenhagen Consensus Center y visiting fellow en Hoover Institution de la Universidad de Stanford

Los costos de la energía están subiendo de manera descontrolada en todo el mundo. Los precios del gas se disparan en Estados Unidos. Europa se ha sumido en una crisis energética al dispararse la tarifa de la calefacción. En el Reino Unido, se advierte que los adultos mayores se quedan sin comida o calefacción para hacer frente a las subidas de las tarifas energéticas. Si bien parte de esta situación se debe a que el mundo se está reiniciando tras la pandemia, las políticas climáticas están haciendo subir los precios cada vez más. Las nuevas promesas de emisión cero neta añaden billones en costos, poniendo el carro delante del caballo para solucionar el cambio climático.

Los combustibles fósiles siguen suministrando la gran mayoría de la energía que alimenta todo lo que valoramos de la vida actual, incluso para las personas más preocupadas por el clima. La Unión Europea sitúa constantemente el clima en lo más alto de su agenda política, pero más del 80% de sus necesidades de energía primaria se cubren con combustibles fósiles, según la Agencia Internacional de la Energía. A pesar de los interminables discursos sobre el medio ambiente, la energía solar y la eólica solo aportan un 3% de la energía total de Europa.

La transición de los combustibles fósiles a la energía verde será costosa. La energía solar y la eólica solo pueden suministrar electricidad (y no calefacción, transporte o industria), que a nivel mundial representa menos de una quinta parte del consumo total de energía.

Es más, depender de fuentes poco confiables como el viento hace vulnerables a los hogares: la velocidad del viento fue inusualmente baja durante la mayor parte de 2021, lo que causó gran parte del actual dolor energético de Europa. Cuando el sol no brilla o el viento no sopla, los precios suben rápidamente y tenemos que recurrir a los combustibles fósiles como respaldo. A medida que los países avanzan para lograr las emisiones “netas de carbono cero”, los costos volverán a escalar mucho más.

El Bank of America ha determinado que alcanzar el nivel cero neto costará US$ 150 billones en treinta años, casi el doble del PBI combinado de todos los países de la Tierra. El costo anual de US$ 5 billones es más que lo que todos los gobiernos y hogares del mundo gastan cada año en educación.

Esta estimación se basa en la heroica suposición de que los costos se distribuyen de manera eficiente, siendo los grandes emisores, China e India, los que más reducen. Pero la India dice que sólo seguirá avanzando hacia el cero neto si el resto del mundo le paga US$ 1 billón para el año 2030, algo que no ocurrirá.

En un nuevo estudio, McKinsey concluye que la mayoría de los países más pobres de África tendrían que destinar más del 10% de sus ingresos nacionales totales cada año a la política climática. Esto es más que el gasto combinado de estas naciones en educación y salud. Esto no solo es inverosímil, sino también inmoral en un continente en el que casi 500 millones de personas siguen viviendo en la más absoluta pobreza.

Además, la política energética disparará la inflación. El Bank of America estima que provocará un 3% adicional de la llamada “inflación verde”. El daño añadido vendrá de obligar a las industrias y a los ciudadanos a utilizar una energía menos eficaz, menos fiable y más cara. Esto reducirá el crecimiento, probablemente por la suma de otros mil billones de dólares a lo largo del siglo.

El enorme costo de lograr el cero neto no es un argumento para no hacer nada. Es un argumento para ser más inteligentes y volver a poner el caballo delante del carro. Para garantizar que podamos abandonar los combustibles fósiles, debemos centrarnos en aumentar la investigación y el desarrollo para innovar y reducir el precio de las fuentes de energía verde. Esto no significa sólo energía solar y eólica.

Debemos invertir en todas las opciones, incluyendo la fusión, la fisión, el almacenamiento, los biocombustibles de segunda generación y muchas otras ideas. Solo cuando la energía verde sea más barata que los combustibles fósiles, el mundo entero podrá y querrá hacer la transición. De lo contrario, los precios actuales de la energía son sólo un anticipo de lo que vendrá.

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