Cerrar la llave de los retiros
El gobierno haría bien en entender que para cerrar la llave de los retiros tiene una doble responsabilidad, generando más apoyos a las personas y más apertura para construir un nuevo sistema público de pensiones.
Recientemente, a propósito del retiro del segundo 10% de los ahorros previsionales, el Ministro de Hacienda habló de la necesidad cerrar la llave a futuros retiros. Comparto la necesidad de cerrar la llave, no porque me guste el actual sistema, sino porque creo que no contribuye a sentar las bases para construir un sistema alternativo, basado en una lógica de seguridad social.
De este modo, si se quiere cerrar la llave, cabe entender las razones de fondo por las cuales esta sigue abierta. Desde la óptica de las personas, a la tradicional miopía que la literatura identifica frente a la necesidad de ahorrar para el futuro (que lleva a que el ahorro previsional sea obligatorio), se suman las fuertes carencias económicas que muchos enfrentan como resultado de la actual crisis (con insuficientes aportes gubernamentales) junto con una visión extremadamente crítica de los beneficios que les genera ahorrar en las AFP y sus esmirriadas pensiones. Para los más pudientes, es una oportunidad para rescatar sus ahorros sin pagar impuestos. Esto genera una abrumadora visión positiva en la gente para apoyar el nuevo rescate del 10%.
Este apoyo popular es suficiente por si sólo para que los parlamentarios de todos los colores se sumen entusiastamente al nuevo retiro. Para algunos sectores de oposición, se agrega la creencia de que con ello se están socavando las bases de un sistema basado en las AFP, sistema que goza de bajísima legitimidad dentro de la población.
Pero incluso asumiendo que lo anterior es correcto (cosa que es discutible ya que ahora las personas saben que los ahorros les pertenecen), creo que el tema más importante sigue siendo la construcción de un sistema alternativo. Ya desde la Comisión Bravo en 2015, sostuvimos con Andras Uthoff la necesidad de construir un nuevo sistema mixto con un fuerte pilar contributivo público (Propuesta B), que gozara de legitimidad suficiente para poder introducirle cambios paramétricos que le dieran sostenibilidad de largo plazo, donde las personas con ingresos ajustados no tuvieran que estar jugando a la ruleta escogiendo permanentemente tipos de fondos y la AFP de su preferencia, con comisiones de administración mucho menores que las actuales, y fortaleciendo los incentivos a contribuir con un esquema de “matching”, donde cada peso aportado por las personas era correspondido con otro peso aportado por el Estado hasta cierto tope de ingresos.
Dicho lo anterior, es necesario señalar que la construcción de cualquier sistema alternativo se construye sobre la base de los actuales recursos acumulados por las personas. Ya sea con una lógica de reparto intergeneracional y/o de un aporte fiscal, el aumento de las remuneraciones a los actuales y futuros pensionados debe hacerse sobre el piso dado por los actuales recursos ahorrados. Si antes del retiro del 10% la reforma permitía aumentar las remuneraciones en X%, ahora eso significará hacerlo en una cifra inferior. Lo mismo con cada retiro adicional.
Entonces, si el nuevo sistema debe construirse sobre la base de otorgar desde el inicio pensiones dignas, es evidente que no contribuye a su legitimación el deteriorar su capacidad de otorgar buenas pensiones.
Tampoco contribuye a la construcción de un sistema sólido de seguridad social seguir deteriorando los incentivos a ahorrar para pensiones, con la promesa de que el Estado cubrirá todas las brechas que dejen los retiros. No existe sistema eficiente en el mundo que no se construya sobre la base de un sólido pilar contributivo, tal como lo entendieron los suecos cuando pasaron al sistema de cuentas nocionales replicando la lógica de ahorro individual con un sistema de financiamiento colectivo.
Incluso para aquellos que propugnan el reemplazo total del actual sistema de AFP por uno de reparto (no más AFP), no se entiende de qué manera los retiros aportan a esta estrategia. Al respecto es interesante ver la experiencia argentina, que en 2009 terminó con el sistema de capitalización individual transfiriendo los recursos a un sistema público (no transfiriéndolos a las personas).
Se podrá argumentar que el inmovilismo gubernamental frente a las carencias de las personas justifica seguir recurriendo a los ahorros individuales. Ello sería una buena justificación, sólo en la medida que el retiro esté acotado a las personas que realmente lo necesitan.
En resumen, los retiros de 10% están minando la posibilidad de restablecer la legitimidad de un nuevo sistema público de pensiones, donde sin perjuicio de establecer criterios de solidaridad inter e intra generacional, una parte del aumento de pensiones debiera estar basado en el actual esfuerzo contributivo de cada persona (donde a cada peso aportado le siguiera otro aporte del Estado, generando incentivos a mantener el ahorro previsional). Este enfoque si podría ser consistente con la creación de un nuevo sistema de pensiones que opere efectivamente con lógica de seguridad social.
Por su lado, el gobierno haría bien en entender que para cerrar la llave de los retiros tiene una doble responsabilidad, generando más apoyos a las personas y más apertura para construir un nuevo sistema público de pensiones.
-El autor es exvicepresidente de la CMF