SEÑOR DIRECTOR:
Acaba de finalizar la última sesión del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), una instancia de la ONU en donde gobiernos y científicos del mundo buscan levantar insumos sobre el cambio climático.
Y su importancia hoy es capital, considerando un contexto en donde la interferencia política en la ciencia ha sido impulsada desde la nueva administración de Donald Trump, censurando y debilitando órganos científicos federales y restándose de instancias supranacionales. Una corriente a la que también han suscrito países como Argentina que se ausentó del IPCC, pero que antes ya había retirado a sus delegados de la COP29.
Cerrar los ojos ante los problemas no hará que desaparezcan. Y ver un retroceso en las decisiones basadas en la ciencia es alarmante.
En sintonía con esto, en la última sesión del IPCC algunos países han propuesto eliminar conceptos clave para los próximos informes como: gobernanza, evaluación ex post, combustibles fósiles, subsidios y costo de la inacción. Es preocupante que conceptos que formaron la columna vertebral de informes anteriores hayan sido cuestionados y eliminados ahora. En una década en la que podríamos superar oficialmente el calentamiento global de 1,5°C, el IPCC comprometerá significativamente su relevancia política y su impacto si no puede centrarse sin sesgos ideológicos en la evaluación de políticas y acciones de mitigación.
La ciencia no tiene el papel de imponer decisiones políticas, pero sí el de proporcionar la información de forma completa, abierta y transparente para orientar mejor esas decisiones.
Fabrice Lambert
Académico del Instituto de Geografía UC
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