Certezas reducidas a polvo
Hasta el final de la tarde del domingo, había tres certezas sobre el ministro de Justicia brasileño, Sérgio Fernando Moro. (1) Era, conforme apuntaban varias encuestas, la personalidad política más querida del país. (2) Tenía la tranquilidad de desempeñar su función sin perjuicio de la posibilidad de retomar con un alto estilo la carrera de juez, que abandonó para integrar el gobierno de Jair Bolsonaro, en este caso, retornando a la magistratura como ministro del Supremo Tribunal Federal, en el primer cupo que surgiera. (3) Era encarado por los rivales y por analistas como uno de los dos precandidatos potencialmente más fuertes para la elección presidencial de 2022, junto con el proprio Bolsonaro y con el gobernador de Sao Paulo, João Doria.
Ah, sí. Certeza podemos, sí, tener una: en la siempre tormentosa y compleja política brasileña, siempre desconfíe de quien dice estar seguro de algo.
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