Cheque en blanco constitucional



Por Jorge Fantuzzi, economista socio de FK Economics

Después de los resultados del plebiscito ronda la idea de que Chile no está polarizado, y que solo hay un par de comunas aisladas -donde ganó el Rechazo- que generan la ilusión de un país polarizado. Creo que esta conclusión es un error. No se puede concluir lo anterior a partir de la aplastante mayoría que votó a favor de modificar la Constitución. No sé si el país está o no polarizado, pero al menos es dable considerar que es más heterogéneo que la votación del plebiscito.

El casi 80% que obtuvo el apruebo es diverso. Por esta opción votaron personas de todos los colores políticos (también de derecha), que vieron que esta opción se adecuaba más a lo que quieren para el país, independiente de su sector político. Por ejemplo, alguien de derecha pudo haber votado por el Apruebo con la esperanza de que esta opción permita un diálogo constructivo que ayude a dejar atrás la violencia y el descontento. Basta ver que los representantes del oficialismo en diferentes partidos también estuvieron por el Apruebo.

Además, viendo los datos, se observan correlaciones entre abstención y preferencia por la derecha que permiten intuir que parte del electorado afín al oficialismo no habría votado en el plebiscito y sí podrían salir a votar por sus candidatos para que los representen en la Convención. Tal vez algunos se quedaron en sus casas porque sabían que la derrota era inminente, pero no se quedarán en la casa a la hora de elegir a sus representantes.

La diversidad que votó por el Apruebo es importante. Reconocer que la sociedad chilena tiene muchas preferencias tiene consecuencias estratégicas y prácticas. Estratégicas en la conformación de pactos, y prácticas en el debate de la nueva Constitución.

No es razonable pensar, por ejemplo, que la Convención tendrá un 80% de representantes de la izquierda y la centroizquierda. La derecha aparecerá en las preferencias de los ciudadanos y elegirán miembros de la convención -más allá del 20%. Lo anterior implicará que, durante el desarrollo de la Convención, esas preferencias también se verán reflejadas. Alcanzar los dos tercios requerirá negociación y acuerdos con la centroderecha.

Por otra parte, reconocer esta diversidad tiene consecuencias de corto y mediano plazo, aparte de la discusión constitucional. Sería un error pensar que el 80% del Apruebo le “pertenece” a algún sector de la centroizquierda (como algunos dan a entender). En el proceso de deliberación de las políticas públicas que urgen realizar, los parlamentarios tienen que entender que el 80% no votó a favor suyo, votó por cambiar la Constitución, que son dos cosas muy distintas. Lo mismo vale para la próxima elección presidencial. No cabe duda que ningún sector la tiene ganada, independiente de la elección del 25 de octubre pasado.

El mensaje es simple: es cierto que la victoria fue rotunda, pero eso no es un cheque en blanco para nadie y ninguna circunstancia. Necesariamente se tendrá que dialogar (lo que en mi opinión es bueno).

Ahora empieza el trabajo de verdad para los partidos. Deben, en primer lugar, conformar pactos competitivos y elegir buenos candidatos para la Convención. Asimismo, deben generar debate y proponer a la ciudadanía un modelo de Constitución y los contenidos que ésta debería tener. Y si no es mucho pedir, ojalá sean lo más constructivos posible en la elaboración de políticas públicas que nos permitan capear las nefastas consecuencias de la pandemia.

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