Chile ante las cumbres de APEC y COP25

Papua New Guinea APEC
Chinese President Xi Jinping, right, watches Chilean President Sebastian Pinera arrange his hair during a family photo of the 2018 APEC Economic Leaders meeting at Port Moresby, Papua New Guinea on Saturday, Nov. 17, 2018. (AP Photo/Aaron Favila)


El país ha enterado una semana sumido en masivas movilizaciones, y ayer mismo se ha verificado una de las más concurridas que ha registrado nuestra historia moderna, con más de un millón de asistentes solo en Santiago. Es aún incierto cómo seguirá evolucionado el escenario interno tras este fenómeno, especialmente cuando parece haber un antes y un después en nuestro actual clima político. Y aun cuando decantar lo que está sucediendo tomará tiempo, algo que resulta indispensable es que en lo inmediato el país vaya recuperando su normalidad, lo que en ningún caso resulta incompatible con el hecho de que la ciudadanía continúe manifestándose.

Chile es reconocido por su estabilidad institucional, y no hay razón para pensar que esta vez deba ser diferente. Así, una buena muestra de lo anterior sería que los estudiantes retornen a sus salas de clases, las empresas puedan volver a operar con normalidad, y el orden público se estabilice, de modo que cuanto antes la fuerza militar pueda volver a sus cuarteles. En la medida que esas señales se vayan dando con prontitud, será una potente señal de confianza y madurez cívica que habrá dado el país.

Es en este contexto donde se aproximan dos eventos de trascendencia internacional: la cumbre de la APEC, que se realizará en tres semanas más -la cual congregará a los principales líderes mundiales-, y la COP25 en diciembre, la cumbre medioambiental que abordará los críticos efectos del calentamiento global. Es legítimo que en relación con estos eventos se haya abierto un debate sobre la pertinencia de realizarlos, atendido el actual clima interno.

Si el país renunciara a la realización de estas cumbres sin más, probablemente provocaría una aguda señal de desconcierto, proyectando una imagen de ausencia de normalidad. De momento, La Moneda mantiene su total convicción en que la APEC se lleve a cabo en la fecha prevista. Si bien la cumbre representará un esfuerzo de proporciones en materia de seguridad, la breve extensión del evento y el hecho de que su realización tendrá lugar en zonas específicas, hacen pensar que los aspectos de seguridad y logísticos puedan ser perfectamente manejados. El país ya fue sede de este encuentro en 2004, por lo que tiene experiencia en cómo manejar sus distintas dimensiones.

Distinto es el caso de la COP, un evento que se prolongará por casi dos semanas, y que de acuerdo a las estimaciones contempla la visita de unas 25 mil personas. Eso supone un gigantesco desafío logístico, no solo en materia de seguridad, sino también en transporte. Puesto que las actividades principales se desarrollarán en Cerrillos, el Metro debería jugar un papel central para transportar gente, pero ante el daño que ha sufrido, su capacidad está ahora muy mermada. Aun cuando La Moneda también mantiene su plena confianza en su realización, atendidos estos factores parece razonable abrirse a la posibilidad de postergar la fecha de su desarrollo.

Las preocupaciones del país ahora deberán ser abocarse completamente a procesar las demandas ciudadanas e impulsar en el Congreso los proyectos de ley que se requieran, tarea urgente que en este momento podría ser distraía por la cumbre ambiental.

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