Clínica Las Condes: ¿atrapada sin salida?
Lo que queda ahora es que la administración y los doctores de CLC, junto con lograr acuerdo adecuado para ambas partes, tengan la capacidad de pensar de manera más colaborativa y estratégica. De lo contrario, seguiremos siendo testigos de la destrucción de valor de la Clínica.
El año 1982 se inauguró la Clínica Las Condes (CLC), la que se concibió como un proyecto de atención privada de salud “de excelencia, vanguardista, innovador y con calidad de servicio”, características que generaciones de chilenos y extranjeros pueden dar fe que se han cumplido con creces.
Sin embargo, la exitosa trayectoria en el ámbito sanitario de CLC se ha venido crecientemente empañando en los últimos años, tanto por una gestión administrativa como financiera cuestionada por diversos agentes del mercado, como por un más reciente conflicto entre el grupo controlador de ésta y el grupo de médicos que allí atienden.
En efecto, CLC -que está dentro de los 3 principales actores del mercado de salud privada en el país- sufrió en noviembre del año pasado un cambio accionario inédito y relevante, y el grupo liderado por Cecilia Karlezi alcanzó una participación controladora del 50,05%.
El mencionado conflicto, en tanto, se detonó por el hecho de que la nueva administración acusó un -largamente conocido- período de gestión deficiente unido a un modelo desbalanceado, en favor de los intereses de los doctores y en desmedro de los accionistas de CLC, asociado al sistema de distribución de rentas con sus médicos. Esta situación tiene su origen en que gran parte de los médicos de las clínicas del país actúan como profesionales independientes y, por ende, no están contratados con un sueldo fijo.
El tema de fondo es que los accionistas de CLC quieren aumentar los pagos que recibe de sus médicos, porque su aporte -hoy cercano al 7% de sus honorarios totales- es sustancialmente más bajo que el estándar de la industria. Luego, lo que está en discusión es fijar un nuevo modelo de pago por parte de los médicos para con la Clínica, entendiendo que no existe un modelo único a nivel mundial en este ámbito.
Está claro que no hay mucho más tiempo para cerrar el conflicto e iniciar un “nuevo trato”, ya que ha habido un gran daño, no solo por la mala relación entre la administración de la Clínica y su cuerpo médico, sino que por situaciones como el polémico e inédito cierre de las consultas de quienes se negaron a pagar los arriendos de agosto, todo lo cual ha afectado negativamente la imagen y el prestigio de CLC ante sus distintos stakeholders.
En cualquier caso, el mercado ya ha dado su claro y duro veredicto en relación a la destrucción de riqueza de la Clínica, ya que en abril de 2014 la acción de CLC alcanzó un valor máximo de $43.700, mientras que al día de hoy ésta llega a un valor de solo $24.000, lo que equivale a una caída de 45%, duplicando la caída del IPSA en el mismo período.
Lo que queda ahora es que la administración y los doctores de CLC, junto con lograr acuerdo adecuado para ambas partes, tengan la capacidad de pensar de manera más colaborativa y estratégica. De lo contrario, seguiremos siendo testigos de la destrucción de valor de la Clínica.
-El autor es Economista