Coherencia, por favor

Colapso en servicios de San Bernardo
FOTO: Jose Francisco Zuñiga /AGENCIAUNO


Gradualidad y nueva normalidad. Dos conceptos de moda en las últimas horas, repetidos hasta el cansancio y que responden a una realidad comunicacional que el propio gobierno creó cuando informó que los funcionarios públicos debían volver al trabajo presencial y que las clases de los colegios se retomarían este 27 de abril.

Ambos anuncios efectuados a solo una semana de un celoso control con aduanas sanitarias para las salidas de Santiago, con un proceso en crecimiento de comunas con cuarentena total, otras parciales y con los insistentes mensajes de “quedarse en casa” porque el virus no distingue razas, sexo, edad ni condición social. A la obligatoriedad de usar mascarillas en el transporte público y privado pago se sumaron las disposiciones de algunas comunas que establecieron este uso obligatorio para todo lugar público, además de la instalación en muchas comunas de pasillos sanitarios en lugares de concentración de personas.

La propia vocería gubernamental criticaba ácidamente hace solo días la actitud de las personas que no tomaban los resguardos necesarios en las filas y en los lugares públicos, descuidando su salud y la de los demás. También los reportajes televisivos, alentados por la autoridad, mostraban la irresponsabilidad ciudadana de asistir masivamente al Terminal Pesquero y a las ferias libres, sin respetar la normativa sanitaria. 

De paso, está en la mente de la inmensa mayoría de las personas que el gobierno adelantó la campaña de invierno y que se juntarán el desate de la influenza con el peak del Covid-19. Todos sabemos que cuando llega el invierno colapsan los hospitales, y que la salud pública y privada no dan abasto para enfrentar el virus de la influenza. También sabemos que contra el coronavirus -a la fecha- no existe vacuna ni medicamento y que ataca al sistema respiratorio. Por ende, tanto las camas como los respiradores mecánicos serán puntos críticos en breve.

Al parecer la ansiedad presidencial tuvo un nuevo capricho al establecer estas nuevas medidas que ahora han sido matizadas. Sabemos que será difícil levantar la economía, pero también sabemos que aunque los datos se podrían emparentar con países como Corea del Sur y Alemania hay notables diferencias idiosincráticas. 

Nuestro país está muy lejos de la disciplina prusiana de Alemania o del ancestral apego a las normas de los países orientales y esa llamada “nueva normalidad”, que se comienza a aplicar en el país germano, está lejos de nuestra realidad, donde es poco probable que lleguemos a juntarnos con mascarilla, guantes, alcohol gel, a dos metros de distancia a compartir un café, como dice la subsecretaria Daza, o a tomar cerveza o comer una empanada como agregó socarronamente el ministro Mañalich.

El ejercicio comunicacional de resignificar el anuncio del fin de semana (gradual, primero los jefes de servicio, mayores de 60 no, embarazadas tampoco) resulta patético. Especialmente cuando se habla del comienzo de clases. Ya no será el 27 de abril, ahora se atrasa para el mes de mayo, pero también gradual, posiblemente en algunos colegios rurales primero, etc.

Por favor, un mínimo de coherencia.

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