Columna de Adriana Báez Carlos. Dos amenazas asedian a la democracia mexicana
El domingo 17 de febrero, miles de personas (90 mil, según cifras del gobierno; 700 mil, de acuerdo con las organizaciones convocantes) se concentraron en el Zócalo de Ciudad de México, y otras más en 120 ciudades del país y algunas de Estados Unidos, España y Francia, para exigir respeto a la democracia y sus instituciones, en la tercera concentración ciudadana con el mismo mensaje.
“Nos hemos reunido en las plazas del país para defender a la democracia, a las libertades y derechos que hoy pretenden arrebatarnos”, afirmó Lorenzo Córdova, expresidente de Consejo General del INE y único orador en la manifestación, en una advertencia de que las 20 iniciativas de reforma constitucional y a leyes secundarias que presentó el Ejecutivo Federal en el Congreso el pasado 2 de febrero tienen el objetivo de desmontar el andamiaje con el que se logró la transición a la democracia en México, para que de nuevo una sola fuerza política controle a todas las ramas del Estado.
“Son unos verdaderos hipócritas”, señaló el Presidente López Obrador, acusando a los manifestantes de haber guardado “un silencio cómplice” cuando en 2006 y 2012 su movimiento enfrentó campañas de desprestigio, y afirmó que la democracia que refieren “no es la del pueblo”. Por su parte, Claudia Sheinbaum, al registrarse como candidata presidencial de la coalición gobernante Sigamos haciendo historia, sostuvo que lograr “un gobierno honesto con una división entre el poder económico y el poder político”, “garantizar las libertades de expresión y reunión”, y “respeto a la diversidad política, social, cultural y sexual de la sociedad”, forman parte la propuesta de gobierno que anunciará, cuando se inicie formalmente el periodo de campaña para la renovación de la Presidencia de la República y las dos cámaras del Congreso.
Los dos grandes bloques en que se ha dividido el país manifiestan defender la democracia de dos diferentes amenazas: la de la unión de poderes de diferentes esferas de la sociedad: la económica, la política, la religiosa, la ideológica, y la de la concentración en una sola persona o grupo de las diferentes ramas del Estado: la Ejecutiva, la Legislativa y la Judicial, y organismos autónomos.
Ambas son amenazas reales a la democracia y ambas deben ser tomadas en cuenta por todos los actores políticos del país. Más que nunca en la corta historia de nuestra joven democracia, la ciudadanía tiene el poder de definir el futuro de la democracia en México. Inclinando hacia un solo lado la balanza, dando su voto a un solo grupo político, o dividiendo el poder entre diferentes fuerzas.
Adriana Báez Carlos, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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