Columna de Alberto Texido: Lecciones a 13 años del 27/F
A trece años de que se cumpla una nueva fecha de la ocurrencia del terremoto más devastador en los últimos 50 años en Chile -que no solo dejó pérdidas en vidas humanas, inmuebles y espacios públicos en 230 comunas-, es necesario analizar los importantes aprendizajes que dejó la tragedia.
Primero, el centro-sur del país logró rearmarse, mostrando su resiliencia debido a un factor clave: la alianza público-privada. Gracias a este vínculo, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, entregó 224 mil subsidios para soluciones habitacionales entre Valparaíso y la Araucanía, cantidad nunca vista en cuanto a montos y unidades edificadas luego de un sismo. No es todo: la acción mancomunada de los gobiernos regionales, municipalidades, empresas y comunidades llevó adelante planes de regeneración estratégica y urbana, con la colaboración de universidades.
Tras el 27/F, hoy balnearios como Constitución, duramente golpeado por el tsunami, cuenta con un nuevo parque fluvial, al igual que Pelluhue, que muestra un parque costanera, tal como Dichato, más al sur. Chanco hoy tiene una renovada plaza – además de la reconstrucción en adobe- y Lebu un nuevo parque del carbón.
Las lecciones sobre la importancia del trabajo conjunto entre el Estado y las empresas parecen no sorprendernos, pero sí debe hacerlo, pues las zonas que resultaron impactadas hoy tienen mejores barrios y espacios públicos de los que había antes.
Con todo, también se generó una nueva norma antisísmica a nivel nacional -siempre perfectible-, que ha requerido del aporte de muchos, desde la academia hasta la legislación, de la fiscalización pública y del cumplimiento privado, todos autoexigentes en el tiempo y con la capacidad preventiva de salvar vidas y bienes, incluso como experiencia exportable a través de códigos sísmicos para América Latina y porque no, Europa y cercano Oriente.
Un valioso acuerdo de casi un siglo, desde las primeras normas originadas en el terremoto de Talca en 1928 y formalizadas en 1972, senda inspiradora para muchos de nuestros desafíos de convivencia, actuales y futuros, donde el acuerdo cumplido en el tiempo sólo ha generado beneficios.
Las obras tras el terremoto son de las cosas que hemos sabido hacer mejor como país, dando soporte a una nueva norma y a la regeneración de los barrios tras un esfuerzo amplio. Ahora nos queda un largo camino tras los incendios, superando toda dicotomía, donde esperamos cambios urgentes en la planificación y una reconstrucción asertiva, donde también será protagonista la colaboración público-privada.
Por Alberto Texido, consejero del CPI, académico de Arquitectura de la U. de Chile
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