Columna de Alejandra Sepúlveda: Año electoral, no normalicemos la violencia digital

El lenguaje, las imágenes y las representaciones culturales que refuerzan la discriminación contra las mujeres en la política.
El súper ciclo electoral en Chile tendrá su punto culminante este año con la elección presidencial y parlamentaria. El 30 de abril vence el plazo para declarar las candidaturas que competirán en primarias y cabe esperar que el debate se endurezca a medida que se acerque la fecha de la votación ciudadana el 16 de noviembre.
La discusión política en democracia es esencial y necesaria, pero cabe advertir sobre un fenómeno global creciente que no podemos normalizar ni minimizar: la violencia digital que se concentra desproporcionadamente en las mujeres que compiten por un cargo -en las parlamentarias de 2021, ellas representaron 644 de 1.429 candidaturas- y frente a la que debemos estar alertas y conscientes.
Vivimos en un mundo hiperconectado, donde las plataformas digitales se han convertido en espacios de debate, expresión y construcción de la opinión pública y también en escenarios de ataques sistemáticos. El reciente informe Violencia política de género en la esfera digital en América Latina (Ríos, 2024), analiza cómo el acoso, las amenazas, la desinformación y la difusión no consentida de imágenes íntimas impactan la vida política de las mujeres, con efectos devastadores en su bienestar emocional y profesional. También advierte que los marcos legales no han evolucionado al ritmo de las nuevas tecnologías y este vacío normativo deja a la violencia digital en un terreno gris, fomentando la impunidad y la desprotección.
La politóloga estadounidense Mona Lena Krook ha puesto el foco en la violencia semiótica, definiéndola como el lenguaje, las imágenes y las representaciones culturales que refuerzan la discriminación contra las mujeres en la política. Desde el uso de memes denigrantes hasta narrativas que minimizan su capacidad para liderar, esta forma de violencia contribuye a perpetuar estereotipos de género y deslegitimar la participación femenina en la toma de decisiones. Así, las mujeres políticas no solo enfrentan legítimas críticas sobre su gestión, sino ataques centrados en su apariencia física, su vida personal y su supuesta “falta de racionalidad” para liderar. Ello está debilitado la representación femenina en espacios de poder.
Dejar de normalizar y minimizar la violencia digital es un reto grande. Las candidaturas que veremos este año en carrera son las que primero deben dar el ejemplo. Pero más allá de campañas políticas, para enfrentar este fenómeno es fundamental un enfoque integral, que abarque desde la legislación hasta la educación escolar. Por lo mismo, esperamos que se propongan al país propuestas robustas para fortalecer marcos normativos, exigir mayor responsabilidad a las plataformas digitales, capacitar a jueces, fiscales y policías en violencia digital y un fomento decidido a la educación en igualdad de género y el uso responsable de las tecnologías desde la niñez. Si queremos construir democracias más justas e inclusivas, debemos trabajar para garantizar un espacio digital seguro para todas las personas.
Por Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.